Paris Hilton declaró el lunes en el Capitolio de Utah para testificar por los abusos de violencia que sufrió en la adolescencia en un internado. El pasado agosto la millonaria reveló en un documental difundido por Youtube las agresiones físicas y mentales. Unos meses más tarde, Paris determina llamar las cosas por su nombre para que las instituciones no abusen más de su poder.
Así pues, la heredera de 39 años declaró frente a un tribunal en el Capitolio del Estado de Utah con aire serio y lágrimas en los ojos. Testificó contra la Provo Canyon School, el internado donde según contó, los empleados le inflingieron torturas y otros actos violentos durante varios meses.
“Yo me llamo Paris Hilton y soy una superviviente de los abusos sufridos en el centro. Hablo en nombre de cientos de miles de niños que se encuentran actualmente en establecimientos residenciales en EE.UU.”, empezó diciéndole al magistrado. “A lo largo de los últimos veinte años he vivido una pesadilla recurrente. En ella, yo era secuestrada en mitad de la noche por dos desconocidos y, enloquecida y desnuda, me encerraban en una habitación. Me gustaría poder decirles que esta pesadilla no era más que un mal sueño, pero ese no es el caso”, explica People.
Paris recordó además haber sido “regularmente abusada, verbal, mental y físicamente“. “Me cortaron todo contacto con el mundo exterior y me privaron de todos mis derechos humanos”, dijo.
Ella añadió que la obligaron a tomar medicamentos elaborados por los equipos del internado para tener mejor controlados a los alumnos. “Sin diagnóstico, me obligaban a beber brebajes que me aturdían y me hacían perder la voluntad. Yo no respiré aire fresco ni vi la luz del sol durante once meses. No tenía intimidad alguna, ni siquiera cuando me duchaba, siempre había alguien que me controlaba. A los 16 años, siendo casi una niña, yo sentía sus miradas sobre mi cuerpo desnudo. A esa edad me sentía violada a diario”, siguió la heredera.
Paris Hilton declaró que ella creía que estos abusos continuaron en la escuela en los años posteriores a su salida, afirmando que los cambios no habían comenzado a ser efectivos hasta que se hizo público el documental donde narraba estos hechos. “Yo cuento mi historia no para que me compadezcan sino para sacar a la luz la realidad de lo que pasó y que podría estar sucediendo en la actualidad. Las personas que trabajan, dirigen y financian estos programas deberían avergonzarse. ¿Cómo estas gentes pueden vivir sabiendo todos los abusos que se producen?”, se preguntó Paris.
La millonaria solicitó que estas escuelas, como la suya de Provo Canyon, no son controladas más de cerca, de modo más estricto. “Voy a ser honesta. Hablar de algo tan personal es terrorífico. Y yo no puedo dormir por la noche sabiendo que hay jóvenes que están sufriendo los mismos abusos que yo y hay quien lo tolera. Alguien debería decir basta. Yo soy la prueba, ni siquiera el dinero protege de los abusos”, concluyó Paris.
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