Los que me conocen saben que tengo debilidad por el champagne. En The Luxonomist os he hablado en diversas ocasiones de esta maravillosa bebida espumosa. Indivisiblemente asociado al lujo, el champagne sigue llenando las copas en las celebraciones más importantes y siendo sinónimo de buen gusto. Alexandre Mea, al que vemos en la foto de portada, pertenece a la cuarta generación de viticultores en champagne. Aunque, para los más entendidos en la materia, el origen proviene de la Maison Devavry, en Champillon, al norte de Epernay.
Esta bodega inicia su andadura en 1920, lo que para champagne es ser relativamente joven y, se ha dedicado con mimo a sus elaboraciones. Las más conocidas, el Blanc de Blancs Premier Cru, el Blanc de Roses Pinot Noir o el Achille. Todos ellos son los predecesores de la colección Carbon en la que Alexandre ha puesto patas arriba el concepto del embotellado con una película de carbono en las botellas, de ahí su nombre. Solo en grandes formatos, Magnum, Matusalén o Nabucodonosor.
Esto llevó a que la asociación del carbono con la fibra de los vehículos, así como las grandes botellas en la celebración de las victorias en los pódiums de la Formula 1, hicieran que este champagne estuviese en las pantallas de televisión de todo el planeta. La asociación con la firma de coches de lujo Bugatti impulsa a toda velocidad la ascensión en el mercado de este espumoso.
Muchos podrían decir que de esto ya hace algunos años, pero es que hoy os vengo a hablar de una de sus nuevas creaciones. Algo que ha causado furor en los locales más glamurosos de las playas más paradisiacas de todo el mundo. Un concepto de champagne mucho más accesible y menos serio que encontramos en la botella del Carbon White.
Pertenece a la familia Carbono Effect y acompaña a los Reflection, Pink Fever y Gold. Carbon White es un champagne sec. Es decir, tiene un poquito más de azúcares que los convencionales brut a los que estamos acostumbrados. Esto lo convierte en un vino mucho más fácil de interpretar para la gente joven e ideal para las épocas estivales en las que se puede tomar con hielo y unos frutos rojos.
Lo cierto es que aún no se conoce en demasía en España, pero los buscadores ya han encontrado en las terrazas de moda este champagne que no deja indiferente ni por el contenido, ni por el continente.
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