Château Musar: un homenaje a Serge Hochar

Serge Hochar, propietario y factótum de Château Musar, acaba de morir en un accidente de natación en México. Tenía 75 años.

Ignacio Peyró. 04/02/2015
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Chateau Musar

Serge Hochar, propietario y factótum de Château Musar, acaba de morir en un accidente de natación, durante sus vacaciones en México. Tenía 75 años. Deja esposa y dos hijos: Gaston y Marc, que trabajaban desde hace tiempo en la Bodega. Serge era un personaje singular: poeta, artista, amante de la música… y elaborador de un vino mítico, en un país acosado por las guerras, Líbano. Recordemos al artista con una de sus mejores obras: su Château Musar es un vino mundialmente venerado, y la añada 1997, una de las mejores de su historia. (NB: Texto de la cata de Ignacio Peyró y Jesús Rocamora)

Su vino: Château Musar 1997. Gaston Hochar Propietario viticultor. Valle de la Bekáa (Líbano). Productor mítico (www.chateaumusar.com ). En la base del escudo de Château Musar aparece su lema, virgiliano y agrícola, ‘Labor omnia vincit’. Y sí, hace falta mucho valor para ser viticultor y humanista en un país en perpetuo conflicto. Serge Hochar ha elaborado en el Valle de La Bekaa un tinto de gran calidad, muy peculiar, fuera de las modas del Nuevo Mundo.

Recordemos algo de la historia de esta bodega. En 1930, y tras una larga estancia en Francia, Gaston Hochar regresó a su Líbano natal. Creó la bodega en el Castillo de Mzar (siglo XVII), en Ghazir. En 1959, su hijo mayor, Serge, obtiene en Burdeos el título de enólogo y se une a la empresa. En 1962, el hijo pequeño se suma para encargarse de la gestión comercial. Desde 1966 la llevan sólo los hijos. Los ataques sufridos por el Líbano han perjudicado mucho a la Bodega: 1984, 1989, 1991… El peor fue el del año 2000: quedaron destrozados viñedos e instalaciones. Este desastre ha afectado negativamente, claro, a algunas añadas posteriores.

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Chateau Musar, viñedos.

A caballo entre el Médoc y el Ródano, el Musar tiene personalidad propia, seductoramente aromático, con aromas frutales persistentes. Se caracteriza por dos rasgos de los que se suele huir, pero que en su justa medida, son la gracia de este tinto: aroma a brettanomyces y acidez volátil (acético). Otra característica es que cada añada varía la proporción de uvas, y claro, el carácter del vino. Atentos, pues, porque hay marcadas diferencias de unas añadas a otras. ¿Longevidad? La bodega recomienda tomarlo entre los 15 y los 30 años, pero algunas añadas viejas han envejecido excepcionalmente bien, al estilo de los grandes Burdeos. Musar elabora también blancos y rosados de gran calidad, poco conocidos.

Precata:
Uvas. Cabernet-Sauvignon, Cariñena, Cinsault, Merwah y Obaideh (uvas autóctonas; algunos dicen que, respectivamente, padre de la Sémillon y madre de la Chardonnay). La Cinsault proviene de Kefraya (Valle de la Bekáa), y aporta elegancia. La Cariñena es de Aana, al Norte: aporta frutosidad y tanino. Estas dos aportan además fragancia (violetas, pimienta). La  Cabernet Sauvignon añade sabores de frutas negras, un color muy intenso, la nariz de pimiento verde y cierta astringencia. Viñedos. Cepas con una edad media de 40 años. Rendimiento. 35 Hl/ha.

Añada 1997. Una de las mejores añadas de la bodega. Las condiciones fueron perfectas. A un invierno benigno (sin granizo ni heladas) le siguió una primavera excepcional. El verano fue suave: tras un agosto muy nublado y fresco, gozaron de un septiembre soleado. Las uvas maduraron gradualmente. La vendimia de los tintos comenzó el 15 de septiembre y terminó el 11 de octubre. Poco después aparecieron lluvias que afectaron sólo a las uvas blancas a medio vendimiar. Alcohol. 14º.

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Chateu Musar 1997 
  • Vinificación. Cada variedad por separado. Luego se hace el coupage. Largas fermentaciones en depósitos de hormigón, a temperaturas inferiores a 30º. Seis meses después de la vendimia se transvasa a barricas de roble francés (Nevers) durante un año. Se hace el coupage, y se deja en depósitos de hormigón durante un año. Se embotella sin filtrar, y se deja madurar en botella durante 4 años en las cuevas del propio castillo. En total, el vino pasa 7 años en la bodega antes de ser comercializado. Se vende sólo un tercio de la producción. El resto permanece en la cueva, evolucionando en silencio (ojalá esta práctica estuviera más extendida). Allí reposan más de seis millones de botellas, que la bodega pone según quiere en el mercado.
  • Tapón. De corcho. Estaba seco, casi descompuesto, y pegado al cristal: habrá pasado mucho tiempo de pie… En otras experiencias del pasado año (Musar 89) no hubo problema ninguno.
  • Servicio. La bodega recomienda dejar de pie la botella la noche anterior, y decantarla varias horas antes.
  • Cata: En enero de 2015.

En efecto, es mejor decantarlo varias horas. Tiene poca reducción, pero mucho poso.

  • Color. Marrón teja, de menisco anaranjado. Capa baja, con abundantes posos adheridos al cristal. Limpio y brillante. Preciosa lágrima fina, delicada.
  • Nariz. Los esperados breta y acético, y ya con abundantes terciarios (cuero nuevo, especias, hojarasca).
  • Boca. Sorprende, y es parte de la gracia de este vino en boca, que tanto en el impacto como en la entrada, es poderoso; después, en cambio, vira hacia la dulzura, con un final mentolado, delicado y suave. Ricos sabores a fruta madura. Aún ascendente. Unos curiosos verdores, que no desentonan. El paso de boca es muy sedoso y la estupenda acidez, muy vivaz, hace al vino muy fresco. Notas de tabaco rubio y madera resinosa. Los taninos son finamente fundidos, maduros y grasos. Muy sabroso. Largo.
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Chateau Musar, logotipo 

Estamos, en conjunto, ante un gran vino, más que indicado para quienes necesitan registros novedosos y originales, pero con buenas hechuras y excelente materia prima. Es preciso darle tiempo en copa para expresar su gran gama de matices. Es la antítesis de tantos vinos del Nuevo Mundo –y del viejo, ay- chillones, simplistas, hiperextraídos. El Musar es vigoroso, sí, pero también elegante y complejo.

Tiene un precio de 55 dólares,  (45,15 €), en la tienda libre de impuestos del Aeropuerto de Beirut, en agosto de 2014. Habida cuenta de la calidad y la originalidad de este vino, y la coyuntura política del Líbano, su precio es más que razonable. Lo difícil es encontrarlo, y que esté  bien conservado. Tienen varias añadas en Lavinia y en Cuenllas. Calificación. 9,4/10.

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