El fuego cruzado entre el champagne y las ostras

Un maridaje tan afrodisiaco necesita cierta dosis de creatividad

Isabel Chuecos-Ruiz. 16/06/2015
Las ostras y el champagne hacen una pareja de oro. Foto: clubmaritimosotogrande
Las ostras y el champagne hacen una pareja de oro. Foto: clubmaritimosotogrande
Las ostras y el champagne hacen una pareja de oro. Foto: clubmaritimosotogrande

Podría decirse que las ostras y el champagne, iconos del glamour y el placer, son el paradigma del maridaje perfecto, una combinación que es ya un clásico desde el siglo XIX. 

La versatilidad del champagne como acompañante de platos es excelente y cuando nos preguntamos por la pareja perfecta para este espumoso nos vienen a la cabeza multitud de referencias gastronómicas, pero es curioso que todos pensemos en las ostras. Los maridajes se trabajan por contraste o por afinidad, en el caso de las ostras y el champagne hay un contraste de texturas evidente, donde la salinidad y la carnosidad de la ostra combina bien con la frescura, la burbuja y la acidez del champagne que desengrasa la boca y nos deja una sensación explosiva de largo recorrido, ahí empieza el fuego cruzado.

Las ostras tienen un poder desengrasante
Las ostras tienen un poder desengrasante

Este maridaje de resonancia social, en su condición de maridaje perfecto, combina dos aspectos antepuestos pero que encajan hábilmente en perfecta armonía. Por parte del champagne no hay un intento de destruir las cualidades de la ostra, ni ésta se subordina a la frescura del champagne, sino que un elemento es potenciador del otro y unidos devienen una pareja de éxito altamente sugerente. Dos joyas de la gastronomía donde el placer es el elemento clave en esta combinación deliberada.

Un maridaje extravagante y afrodisiaco necesita cierta dosis de creatividad y no exagero cuando afirmo que para mí se trata de un maridaje espiritual, para ello me remito a Rafael Argullol que decía: «La espiritualidad es el estadio al que accedemos cuando el arco de la sensualidad ha sido puesto en su máxima tensión». Dicho en otras palabras, entre el mar y la burbuja hay una complicidad que deviene en un apasionante ejercicio gustativo. Remarco la faceta afrodisiaca del molusco bivalvo por ciertas propiedades nutritivas como yodo, zinc, que sólo paladares exigentes y refinados pueden valorar. Asimismo es elogiable la capacidad activa, dinámica en boca del espumoso.

Mi recomendación es un Blac de Blancs. Haz clic para comprarlo
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Un binomio imposible de (re) inventar por la perfección de su resultado donde la imaginación triunfa y crea expectativas en los comensales, construyéndose así un escenario donde lo único que ellos ponen, si van acompañados, es el brindis. Ésta es mi propuesta: ostras al natural que yo combinaría con un champagne vintage reciente, ligero y vibrante, un Blanc de Blancs con buena acidez, sin dosage, servido a una temperatura de 8ºC.

Ostras y Champagne, un maridaje lleno de trampas que no pretende complacer a todo el mundo, por ello el consumidor seducido debe estar dispuesto a aceptar la provocación de los puntos suspensivos.

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