Los vinos biodinámicos y sus rarezas
Cuernos de vaca. Agua de lluvia de un determinado mes. Péndulos y radiestesia. Luna en cuarto creciente. Gusanos y estiércol. Agrohomeopatía. Todo ello tiene que ver con la elaboración del vino. Del vino biodinámico.
Voy a intentar explicaros qué son los vinos biodinámicos. Casi todos conocemos cómo se elabora un vino, palmo arriba o palmo abajo. Pero, ¿en qué se diferencian de los biodinámicos? Todo comienza, básicamente, con un señor llamado Rudolf Steiner, austriaco para más señas. Este pensador afirmaba que los terrenos de cultivo son organismos vivos y que existe una relación entre la tierra, las plantas y los animales, amén de su relación con los astros.
A partir de ahí uno puede pensar que este señor era un “flipado“, por utilizar una expresión de nuestra época ya que estas afirmaciones llegaron allá por los años 20 (del siglo pasado, claro). Pero teniendo en cuenta ciertos resultados, tenía lógica. La vitivinicultura biodinámica es ecológica con ciertos matices de diferenciación. En ella no se utilizan ni pesticidas tóxicos, ni fertilizantes artificiales, solo aerosoles y preparados vegetales y minerales que no resultan agresivos para el terreno, la vid y sus resultados, en este caso, el vino.
Probablemente los más famosos sean los preparados conocidos como 500 y 501. Ambos tienen como protagonista el cuerno de una vaca lleno de tierra negra y cuarzo molido. El cuerno se entierra y se deja descomponer durante el invierno para luego recuperarse en primavera. Su contenido, que se mezcla con agua, se rocía sobre la vid y evita los hongos. Para preparar los abonos se utilizan diversos tipos de plantas infusionadas, las cuales también se usan para algunos remedios medicinales naturales. Se entierra o se rocía sobre el estiércol que será utilizado como abono para las cepas.
A ello debemos añadir el calendario lunar (entre otros) para sembrar, vendimiar, podar, etc. porque la influencia de los astros es esencial en el trabajo biodinámico. Hay quien añade agua de lluvia de abril a la tierra (pulverizada, no como regadío). O recae en un péndulo o varita zahorí para ver si la tierra donde se va a plantar la viña tiene la “energía óptima” para producir un vino que refleje la esencia de la madre tierra.
Como todo en esta vida, la vitivinicultura biodinámica tiene partidarios y detractores igual que los vinos naturales y los “artificiales”, por ponerle nombre a los no naturales. Realmente, ¿tanto nos hemos equivocado durante la larga historia del vino como para tener que utilizar nuevos métodos? ¿O es que no son tan nuevos y volvemos a los antiguos? La polémica está servida. Otro día hablaremos del vino y el ozono.
Personalmente y desde la humildad pienso que cada uno debe hacer el vino como prefiera. Está muy bien que la gente tenga opciones en el mercado y que conozca las elaboraciones. Está muy bien que la gente pueda consumir el mejor vino. El mejor vino es el que más te gusta a ti y no el que diga otra persona. Tenemos unos estándares de vinos, con unos estándares aromáticos, con unos estándares de sabores y con unos estándares de elaboración.
Pero, ¿quién ha establecido esos estándares? Pues probablemente, entre todos. Así que no nos llamemos a engaños y nos rasguemos las camisas con falsas moralinas. El consumidor tiene poder de elección. Prueba, compara y se queda con lo que más le gusta. El que no prueba y no compara pero se atreve a juzgar sin probar, no tiene derecho a llamarse consumidor. Ni crítico. Ni especialista. Tan solo es un poco bocazas, básicamente.