Perrier-Jouët, champagne como legado

Hace unos meses tuve la oportunidad de visitar la Maison Perrier Jouët en la famosa y reputada Avenue de Champagne de Épernay. Previamente a lo que iba a suceder, y que yo no sabía, una guía me mostró la bodega y pude conocer, entre otras cosas, el interesante concepto creado con motivo del bicentenario de la Maison (1811-2011), Champagne Living Legacy, que consistía en dos botellas magnum Perrier-Jouët Belle Epoque 1998 que pasarían de generación en generación en edición limitada de 100 botellas para todo el mundo, al módico precio de 10.000 €.

La envolvente de la botella fue diseñada por el artista americano Daniel Arsham como un bloque esculpido en el característico estilo Art Nouveau, que forma parte ya la cartografía personal de la Maison. Dos magnums, una para disfrutar en el momento, y otra que quedará custodiada bajo tierra en las cavas de Perrier-Jouët en condiciones idóneas de temperatura y humedad para siguientes generaciones.

Una Cuvée pensada para ser abierta en un máximo de 100 años, una longevidad que contrasta con lo que pensamos que puede conservarse un champagne y cuyo potencial de guarda queda absolutamente garantizado por la Maison. La complejidad de la Cuvée Millésimé 1998 es un ensamblaje de Chardonnay de Cramant y Avize, Pinot Noir de Mailly, Verzenay y Verzy, todos ellos Grand Cru y Meunier de Dizy, calificado como Premier Cru.

La experiencia en Perrier-Jouët fue memorable y finalizó sorprendentemente cuando la guía me pidió que le acompañara hasta la Maison Belle Epoque donde me recibiría el prestigioso chef de cave Hervé Deschamps para una cata privada. Los minutos que esperé el acontecimiento me parecieron eternos, me quedé de pie y se hizo una pausa en mi mente. Durante la espera salí al patio contiguo a la sala y me quedé un instante contemplando, con la mira perdida, las ventanas iluminadas llenas de detalles que despertaban mi imaginación. En aquel momento recordé la primera vez que, caminando curiosa y distraída por aquella Avenue de Champagne, pensé lo infranqueables que me parecieron aquellos muros tras los que ahora estaba y me sentí en un sueño.

De repente apareció Monsieur Deschamps quien, exquisito en las formas, me invitó a sentarme frente a él para iniciar la cata. Para romper el hielo, le dije que yo no era nadie para disfrutar de una cata así, a lo que él contestó sonriente: ‘usted es tan importante como cualquiera’. Por supuesto la degustación fue espectacular y no tardé en comprender el porqué de su inmenso talento. Se cumplió el ritual, mientras una ayudante nos servía el champagne con todos los refinamientos. Un día memorable en mi vida y es que, como diría Roberto Piglia: «…todas las historias del mundo se tejen con la trama de nuestra propia vida».

Perrier-Jouët Belle Epoque 1998, un fragmento de la historia de una gran Maison y una botella que posibilita dejar en herencia burbujas con las que celebrar los futuros éxitos de nuestros descendientes. Si ser rico y famoso ya no es garantía de nada, hay algo que posiblemente nos dé un instante de felicidad y es beber un champagne que nuestro abuelo nos dejó en herencia. ¿Lo entendéis ahora?