¿Por qué ya no nos gusta el Whisky?
Disminuye el consumo de whisky escocés -pese a ser de los mejores del mundo- decreciendo también sus exportaciones. ¿Bebemos menos o simplemente somos menos sibaritas?
Hace tiempo que no hablamos de uno de los grandes destilados que existen. Si a la ginebra la consideramos la reina, yo diría que el rey es el whisky. Por eso hoy el protagonista será el whisky escocés, quizá el tipo de whisky más valorado del mundo pero del que hoy, su consumo decrece.
También conocido como Scotch, el whisky escocés se produce exclusivamente en Escocia. El proceso de elaboración se basa en la destilación de cereales fermentados que posteriormente pasarán por una crianza en barricas de roble durante un mínimo de tres años. Además, el whisky deberá superar los 40% vol.alc. y no contener ningún aditivo del tipo colorante o saborizante. Se defiende la identidad de la materia prima, el cuidado en su proceso de elaboración o la calidad de las barricas.
Esta bebida podría considerarse un lujo de espirituoso, hecha para sibaritas y generalmente cara. Es por ello que la crisis actual de algunos mercados junto a la volatilidad política, afectan negativamente a su consumo. Según datos de la Scotch Whisky Association (SWA), las exportaciones del whisky escocés descendieron un 7% en el último año –tras una década de crecimiento-, siendo 99 millones las cajas de whisky que salieron de Escocia.
Entre los principales países importadores se encuentran EEUU, Francia y Singapur, siendo España el quinto país que más Scotch consume. Pero su consumo disminuye y esto se nota tanto en volumen como en valor. En mi opinión tampoco ayuda que el 80% del precio de cada botella se vaya en impuestos.
Ante esta situación, las destilerías actuales (115 hasta la fecha pero se espera que la cifra aumente) toman medidas, como por ejemplo fomentar el “whisky-turismo”. Al igual que se hace con las bodegas de vino, las destilerías escocesas realizan visitas, catas y venden sus productos en las propias instalaciones. El pasado año tuvieron más de millón y medio de visitas que dejaron unos 70 millones de euros en las destilerías escocesas. Puede ser un buen plan para una escapada por tierras de Sir Sean Connery.
Como ejemplo de whisky escocés de calidad, recomiendo mi último descubrimiento: Ardbeg 10 years.
- Scotch puro de malta con 10 años de envejecimiento en barrica y sin filtrar, lo que potencia sus propiedades.
- En nariz se aprecian notas a chocolate negro y café, cítricos, canela, mentolados y frutos secos. Es muy mineral.
- En boca resulta un whisky muy suave y cremoso, pero con cuerpo, y con ese leve dulzor propio de la malta. Muy complejo en sabores, destacan los cítricos y la pimienta negra junto a un recuerdo del caramelo de toffe o capuchino.
Para tomar cualquier scotch recomiendo hacerlo sólo o con un par de rocas de hielo. Aunque en algunos lugares como Reino Unido o Japón tienen por costumbre añadirle un poco de agua. En España deberíamos eliminar la costumbre de estropear un buen whisky con un refresco de cola y aprender a disfrutar de este gran destilado.