Vinos que sólo puedes beber una vez en la vida
En memoria de las almas del Airbus A320.
En memoria de las almas del Airbus A320.
Aún recuerdo la llamada de mi amigo Mauro Alberto García, una tarde primaveral del año 2009. Yo iba conduciendo de regreso a casa por la Carretera N-122, que vertebra desde el este hasta el oeste, los viñedos de la D.O. Ribera del Duero. Con el sol en el crepúsculo y casi ciego por el reflejo, descolgué el teléfono: «Hola José, estoy preparando una cata muy distinta a las demás, me ha llamado Chris, un periodista Norteamericano, que quiere contar contigo. Chris, nos pide una visión distinta de nuestros vinos, él quiere conocer a los enólogos, no sólo como enólogos o creadores de vino… no… él quiere saber cuál sería el vino que nos gustaría haber podido elaborar».
Ufff!! Esta asignatura no me la han enseñado nunca. Un corresponsal fuera de lo común, alguien que no busca mi vino, ¿busca mi sueño? No es lo que en España se entiende como un periodista especializado en puntuar vinos… Pues manos a la obra, auto-terapia. Empecé por hacer una valoración de mí mismo, a recordar mi formación como enólogo, a pensar en las grandes sensaciones que he sentido en mi vida profesional con esos vinos que llegan al alma, que aún recuerdas, a pensar en ellos, a recuperar emociones, imágenes y evocaciones de todos los vinos que he catado en mi vida….. Uno de ellos lo quiero compartir hoy con vosotros.
Asi pues allí me presenté con mi botella debajo del brazo, pesadísima porque era en formato magnum: Champagne Bollinger Grande Année Millesimé 1999, Magnum. No es el mejor Champagne que he tomado en mi vida pero sí el que más me ha emocionado, no sólo por el mero placer de degustarlo, sino por la filosofía de su espíritu de elaboración.
Lilly, Madame Elisabeth Bollinger (1899- 1977), decidió dedicar las mejores añadas de la bodega a sus trabajadores en reconocimiento al esfuerzo y sacrificio que sólo la conjunción del buen trabajo, el clima, la tierra y la mano de Dios, hacen que algunas añadas sean excelentes. Esta cosecha la Grande Année 1999 se elaboró con un 65% Pinot Noir y un 35% Chardonnay. En mi cuaderno de notas de cata os transcribo lo que apunté entonces:
«Color amarillo dorado brillante y limpio, casi no se percibe el rosario de burbujas, muy lento y pausado. En nariz, desde la quietud de la copa, aprecio notas de repostería parecidas al aroma de las galletas María, que van dando paso a una frescura fría e intensa de cáscara de naranjas maduras y flores de azahar, acunadas de nuevo por el aroma caliente de la mantequilla templada que recuerda la fina bollería recién sacada del horno.
Tras agitar la copa los matices se vuelven más frescos con notas de hespérides como el limón maduro en compota, piel seca de melocotón y flores blancas, muchas flores blancas como el Azahar, los estambres de Nerolí y las Verbenas en flor…. albaricoques maduros, dulces de mazapán y miel de almendro.
En boca, se hace aire, es un líquido que se volatiliza en multitud de sabores, una suave entrada y un recorrido cremoso, elegante, muy voluminoso con una textura grasa muy fina, con un retronasal muy agradable de frutos secos (avellanas y almendras), cítricos y después de tragar… aire perfumado, nos invita a tomar otro sorbo, pero con la conciencia tranquila. Es material no espiritual. El segundo sorbo me lo he tragado más rápido para que no se convierta en un sueño”.
Madame Bollinger escribe en sus memorias sobre su Grande Année: “Lo bebo cuando estoy feliz y cuando estoy triste. A veces lo bebo cuando estoy sola. Cuando estoy acompañada lo considero obligatorio. Como con él si no tengo hambre y lo bebo cuando sí la tengo. En cualquier otro caso no lo bebo, a menos que tenga sed». («I drink it when I’m happy and when I’m sad. Sometimes I drink it when I’m alone. When I have company I consider it obligatory. I trifle with it if I’m not hungry and drink it when I am. Otherwise I never touch it – unless I’m thirsty»).
Sólo he conocido a una persona con la capacidad de realizar los mejores artículos de enología, alguien capaz de hacer una petición interesante dentro del mundo del vino. ¡Jamás un periodista del medio enológico había tenido esta idea!.
El hecho de que un profesional de los medios busque algo tan distinto, un poco egocéntrico pero que, en el fondo, quiera comparar y valorar tu trabajo frente a tus ídolos supone, si lo piensas profundamente, que desnudes tu alma, que le propongas algo en lo que estuvieras orgulloso de haber firmado, algo en lo que trabajarías e intentarías transmitir a cada consumidor. Ese periodista es Chris Fleming.