Éxtasis portugués de yema y azúcar en Madrid

Algunos recordarán la escena de Paco Martínez Soria en El alegre divorciado en la que el actor, liberado de la supuestamente castradora sombra de su mujer, se mete un atracón de huevos fritos, seguido de forma inmediata de una indigestión de órdago. El dictamen médico: huevitis fritis.

No sabemos si acabaría igual quien fuera capaz de zamparse entero y de una sentada un Pão de Ló (pan de huevos) de los que elabora de forma artesanal el confitero luso Antonio Oliveira: un bizcocho que en su interior oculta un volcán de melosa y casi líquida yema, una inesperada delicia que se deshace en el paladar. ¿Cuántos huevos contiene este postre de delicada textura y húmedo interior? Oliveira mantiene el secreto sobre su criatura, que elabora en su casa de Folgoso, en la región de Aveiro, junto al río Douro, y que contiene simplemente, además de claras y yemas a porrillo, azúcar y un poco de harina.

Los que tengan ganas de probarlo están de suerte, porque dos emprendedoras gallegas afincadas en Madrid, Isabel Ruiz-Morales e Iria Romero, lo traen desde Portugal y lo venden en su café-tienda La Mejor Tarta de Chocolate del Mundo, en el número 89 de la calle Alcalá. Frente al Retiro, se trata de un coqueto espacio donde degustar dulces portugueses inaugurado en diciembre y decorado, con sutiles guiños al país vecino, por Jacobo Gavira.

El Pao de Ló, de origen incierto, tiene una tradición secular en Portugal, donde se elaboraba en los conventos, según detallan estas dos embajadoras en España de los pasteles lusos. Se dice que su invención fue obra de un genovés al servicio del rey de España y existen muchas variaciones del postre, que cuenta con afamadas versiones en las regiones de Ovar y Alfeizerão.

“Cuenta la leyenda más romántica que, en una ocasión, el rey de Portugal visitó un convento y la monja que debía elaborar el postre para tan ilustre invitado, de puros nervios, no calculó bien el tiempo de cocción, con lo que le quedó algo crudo”, explican. Sin quererlo, había mejorado la fórmula. Antonio Oliveira, varios siglos después, era un camarero que también quiso mejorar el que preparaba su hermana en su restaurante, y hoy su pão puede encontrarse en grandes mecas de la gastronomía en Portugal.

El idilio de Isabel e Iria con las tartas portuguesas viene de lejos. Isabel vivió en Lisboa, donde descubrió otra singular propuesta dulce: la llamada La Mejor Tarta de Chocolate del Mundo (O Melhor Bolo de Chocolate do Mundo), una creación del empresario Carlos Brás Lopes, que desde su confitería en el lisboeta bairro de Campo de Ourique ha llegado a medio mundo, ayudado quizá por su acertadísima capacidad para poner nombre al postre (en Google es imbatible).

Las audaces empresarias consiguieron convencer hace 7 años a Brás para convertirse en las distribuidoras para España del goloso producto. Al principio traían a Madrid las tartas en coche desde Lisboa y durante años las comercializaron en un local de sólo 23 metros cuadrados, en el mismo portal donde hoy se encuentra su café-tienda.

Ahora cuentan con cuatro empleados, fabrican en Madrid la famosa tarta y venden más de mil unidades al mes. ¿Realmente es el mejor bolo de chocolate del mundo? “Lo que puedo decir es que se trata de una tarta diferente, muy rica y artesana 100%, hecha con productos de primera calidad y con una gran cantidad de amor y paciencia”, asegura Iria Romero.

Existen dos versiones: una con 70% de cacao y otra con 53%. Confeccionadas con el chocolate francés de alta confitería Valhrona, no llevan harina ni levadura, por lo que su textura nada tiene que ver con el bizcocho, y están compuestas de capas de suspiro (merengue secado en el horno a baja temperatura) y mousse de chocolate. La Mejor Tarta de Chocolate del Mundo se vende también en Brasil, Australia, Angola, Suiza, Austria, Alemania y Reino Unido.