Ya puedes ‘comer’ el sabor de tu primer beso
¿A qué saben las primeras cosas? El chef neoyorquino Dominique Ansel, más conocido por ser el creador del Cronut -la mezcla de croissant y donut que le hizo famoso mundialmente-, acaba de inaugurar su espacio de degustación: el lugar perfecto para mandar bien lejos, pero por todo lo alto -eso sí-, a la operación bikini.
Probar los recuerdos no tiene por qué ser, a priori, plato de buen gusto. Según mi experiencia -y me consta que no soy el único-, el sabor del primer beso no es el más agradable que recuerdo. No obstante, me muero de curiosidad por saber cómo tres expertos culinarios pueden recrearlo, de modo que sean capaces de aunar en un postre todo lo que sentí en aquel momento.
La ciudad de Nueva York es, en la mayoría de ocasiones, la llave que abre la puerta a experiencias inolvidables. Por eso, si tienes pensado pasar por aquí, deberías tratar de colarte en este festín de dulces con sabor a recuerdo dirigido por Ansel, coreografiado por el maestro pastelero Karys Logue y decorado por el coctelero Don Lee.
Ansel define la primera vez que te rompen el corazón como “la demolición de lo bello” o lo que es lo mismo: notas de bergamota, granos de cacao, nubes dulces y almendra amarga. Su manera de ver el mundo se traduce en un poema más que en un plato. El “primer beso” de Ansel es un dodecasílabo lleno de connotaciones en el que la flor del desamor, la margarita, se deshoja sobre un fondo de helado, al derretirse sus pétalos por la llama que desprende una nota escrita en papel de arroz.
En U.P. (acrónimo de Unlimited Possibilities, “un sinfín de posibilidades”) ocho estrofas conquistan de viernes a domingo, en dos turnos de merienda-cena (19:30 y 21:30h), a los que se atrevan a airear sus recuerdos a través del gusto. Conseguir asiento no es fácil, pues se compran exclusivamente a través de su web, no aceptan reservas por teléfono, y cada lunes a medianoche (06:00h en España) se ponen a la venta los huecos disponibles para las siete próximas semanas.
Espero y deseo que la experiencia sea tan íntima como lo es el acto de desnudarse por la boca. Que los comensales tomen asiento dispuestos a dejarse sentir en los labios, sin preocuparse de juicios, el amargor del desengaño, la novedad de la independencia o lo jugosa que sabe la primera palabra, porque para todos estos sentimientos este equipo de grandes talentos tiene una creación.
En el taller de Ansel han empezado por “las primeras veces”, pero la carta y sobretodo las sensaciones, irán cambiando. Y si lo hacen al ritmo que avanza la ciudad, lo harán muy rápido. Mientras llegan las nuevas propuestas, no veo mejor lugar donde ponerse meloso. Fotografías: cortesía de @DominiqueAnsel.