The Hall: Libertad y diseño sin rigidez

Su terraza ajardinada puede encajar muy bien para superar el calor asfixiante de Madrid... ¿Hace falta alguna otra razón para ir?

Patricia Peyró. 31/07/2014
Espacios en The Hall (Madrid)
Espacios en The Hall (Madrid). Haz clic en la imagen para más información

Abierto en febrero de 2014, con menos de un año de vida, The Hall se ha posicionado como uno de los restaurantes imprescindibles de Madrid, adoptando un modelo de negocio con el que se apuesta por la libertad para cliente, que no sólo elige, sino que también exige, y lo hace de forma diferente según el día… ¡y la hora!

Situado en lo que fue el antiguo ‘Nodo’, capitaneado por el mediático Chicote, se trata de un restaurante que ellos mismos describen como  lobby, cocktails, brunch, afterwork.  Un concepto multi tag en el que todo cabe: desayunos, lunchs de trabajo, comidas a horas intempestivas…  Siendo, por descontado, uno de los locales de referencia en la noche madrileña más trendy.

Y es que, Benjamín Calles, su propietario, es también un visionario y auténtica carne de cañón para los ávidos de las tendencias en restauración y estilo de vida, un target con el que el empresario hostelero se encuentra muy cómodo y con el que logra atraer y mantener a un público fiel que siempre habla bien de él.

The Hall

La apuesta culinaria es una fusión bien entendida y equilibrada, en la que encontraremos platos heredados como el tataki de atún del antiguo No-do, clásicos rescatados de la cocina burguesa, junto con propuestas internacionales con toques morunos o hindúes. Porque la nueva hostelería, explica Calles, “se adapta a las necesidades y apetencias de los clientes que, en constante evolución, buscan versatilidad a la hora de comer, sabores reconocibles, buen servicio y, sobre todo, total permisividad”.

La flexibilidad mencionada se aplica también al diseño, que es cambiante y presenta distintos ambientes (barra, mesas altas, mesas grandes, mesas apartadas para dos), adaptables al humor de las horas del día y entre las que destaca la Suite Rosé: un espacio exquisito obra del interiorista catalán Alfons Tost, en el que apetece estar desde el “minuto uno” que abre, hasta el último que precede al cierre.

Su terraza ajardinada asimismo puede encajar muy bien para superar el calor asfixiante de Madrid…  ¿Hace falta alguna otra razón para ir?

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