Corea del Sur no queda tan lejos. Ni el Covid-19, ni la barrera idiomática, ni los kilómetros de distancia, ni las diferencias culturales pueden frenar la voluntad de aplicar los conocimientos desarrollados para mejorar la vida de las personas. Y es que, la arquitectura es sólo eso, una herramienta para mejorar la vida de los ciudadanos. Una disciplina eficaz como pocas, inclusiva y con su propio idioma internacional. Esta idea la entendieron muy bien los arquitectos del estudio Sol89, María González y Juanjo López de la Cruz, quienes presentaron una propuesta al concurso internacional para el diseño de la Biblioteca Pública de Jinju, al sur de Corea del Sur. Por supuesto, ganaron el concurso, logrando el primer puesto entre 50 proyectos presentados de 9 nacionalidades distintas.
El concurso ponía una serie de condiciones para realizar el diseño. La más importante, que la cuantía final de la construcción fuera de 10,67 millones de euros, unos 14.600 mil millones de wones, la moneda de Corea. Y digo que es la más importante porque, obviamente, esta es condición sine qua non para realizar cualquier proyecto. Y la otra condición, muy de actualidad, fue la de ejecutar un edificio verde y de consumo energético cero. Por supuesto, el premio principal es la construcción de la biblioteca, así que los arquitectos de estudio Sol89 ya están preparando las maletas.
Como ya hemos visto, este tipo de proyectos internacionales requieren de apoyo en el país de origen, por lo que Sol89 contó con la ayuda del estudio Woodrock Architects y del arquitecto Jongjin Lee. Juntos visualizaron un inmueble que destaca entre las torres residenciales típicas de las áreas de expansión de las ciudades surcoreanas, unos edificios, para mi gusto, un poco anodinos y que no fueron referencia para los diseñadores de la biblioteca.
La biblioteca tendrá 6.000 metros cuadrados de superficie construida, y encajará en un fragmento de un gran parque de la ciudad. De hecho, el edificio se mimetiza con el parque, algo que encantó al jurado, y que seguro fascinará a sus usuarios. Y es que el edificio se encarama en la ladera, configurando sus distintas áreas conforme va subiendo, y diferenciando los distintos espacios de una forma singular.
Los diseñadores, conscientes de la condición de nexo entre dos realidades de la futura biblioteca, por un lado, las áreas verdes, y por el otro, el suelo urbano con alta densidad de población, han dado al edificio una función de mediador, otorgándole la responsabilidad de ejercer como dispositivo de tránsito entre la ciudad y el parque. Para ello, han diseñado un camino que comienza en la entrada al parque, y atraviesa longitudinalmente la biblioteca mediante una suave rampa.
Utilizando como apoyo la acusada topografía del terreno, los arquitectos distribuyen la planta del inmueble de forma escalonada. Se compone de tres plataformas distintas que se comunican en vertical, y que están protegidas por una cubierta verde, una delicia de los amantes de la naturaleza. Esta cubierta sirve, además, como un perfecto aislante térmico, y permite patios y lucernarios, que contribuyen a la regulación térmica y a la iluminación del interior.
“Una biblioteca hoy transciende del uso tradicional de contenedor de libros cuyo acceso es limitado y temporal”, relatan los diseñadores en su descripción del edificio. La diversidad de usos fomenta que estos edificios requieran de lo último en nuevas tecnologías, sabiendo adaptarse a los usuarios más jóvenes y a los más veteranos. Por ello, el complejo aporta espacios distintos al uso principal de la biblioteca: patios de lectura, mediateca escalonada, terraza ajardinada junto a la cafetería, sala de proyecciones audiovisuales, anfiteatro en la cubierta, y más.
El inmueble está configurado para ejecutarse con hormigón armado en su base, con extensiones del mismo en forma de pilares, que sostendrán una cubierta de materiales más ligeros. Según María González, para el desarrollo del proyecto ha sido importante la influencia de algunos templos de Corea, implantados a través de plataformas, así como algunos elementos arquitectónicos de origen oriental utilizados por Jorn Utzon, el creador de la Ópera de Sídney.
Si todo va como debe ir, las obras arrancarán a mediados de 2022, todo previo desarrollo del proyecto. Con un poco de suerte, la próxima vez que visites el sur de Corea del Sur, podrás disfrutar de una biblioteca con diseño sevillano.
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