No siempre la mejor defensa es un ataque preventivo. A veces, la mejor defensa es hacer las cosas bien sin tener que mirar atrás. ¿Qué que tiene que ver esto con la arquitectura? Pues casi todo. Porque se debe diseñar para disfrutar de la aplicación de los conocimientos adquiridos. Se debe diseñar como si cada obra fuera un ensayo de mejora de lo existente, no como mera actuación profesional.
Así, una magnífica edificación siempre será objeto de análisis, no de crítica furibunda, sino de estudio para su mejora. Porque debemos partir de la base que todo es mejorable, sin más.
En México lo tienen muy claro, de ahí que se esté ejerciendo en el país una construcción cada vez más sensata sin renunciar a lo espectacular. Además, se han empeñado en mejorar sus espacios urbanos y rurales, guardianes de una tradición: la de los rancheros.
El Valle San Nicolás es un nuevo espacio residencial de 370 hectáreas de extensión, preparado para albergar hasta 53 modernos ranchos en medio de la naturaleza. Un desarrollo sin igual debido, sobre todo, a su posición estratégica, en medio de dos cordilleras que contienen un espacio interior en forma de lago.
Este lago de 800 metros se usa para practicar esquí acuático y, además, se ubica a dos horas de coche de México capital.
La empresa detrás del desarrollo se llama Grupo Terraforma y tiene más de 20 años de experiencia a sus espaldas. Ellos confiaron en el espacio como símbolo del buen lujo. Aquel que se integra en los entornos naturales, preservándolos e, incluso, potenciándolos con las herramientas más actuales.
Así, Valle de Bravo en México ya tiene su primera incursión constructiva: su base de operaciones, la Casa Club.
La Casa Club se ubica en el lago, concretamente en su margen al oeste, introduciendo su cuerpo circular en él y comunicándose de forma exclusiva. Y es que la construcción no se desvincula del lago, más bien se complementan de forma analógica, fusionando sus cuerpos, como si de un confortable abrazo se tratara.
Este elemento arquitectónico es pura magia, porque une el presente y pasado mediante la utilización de técnicas modernas y antiguos materiales.
El círculo o anillo se posa sobre un dique de hormigón revestido de piedra, que permite el paso de agua a su través. Así, el interior del anillo se ocupa por agua del lago y un pasillo que lo cruza en forma de diámetro, creando un anillo en el que pasear rodeado de los elementos mágicos de la construcción.
Esta forma permite que la cubierta vierta el agua al interior, de modo que esta se vierte en el lago de forma natural, como el agua de lluvia que cae en las laderas.
A simple vista se ven los dos materiales que constituyen el cuerpo de la construcción, y en distintas formas. Por ejemplo, la piedra se hace patente en los cerramientos de las estancias, en las piedras en forma de chapado de las estancias más privadas.
Lo haece cercenando la posibilidad de comunicación visual, pero regalándonos su maravillosa textura. Y con la piedra volcánica en la cubierta, resistente como ella sola a los fenómenos atmosféricos.
El otro material es la madera, concretamente la madera CLT en la estructura, que nace de la losa de hormigón que la sustenta, y que se forma a base de pilares distribuidos en forma de anillos, uno al interior y otro al exterior.
Sobre estos pilares encontramos dos vigas circulares que sostienen la cubierta de kenoby bajo la piedra volcánica. Para más inri, la cubierta sobresale, permitiendo pasillos exteriores por los que transitar.
En las zonas interiores o techadas, hechas con roble rojo americano, se encuentran el área de comedor, barbacoa, cocina y servicios relacionados. Al este y al oeste, un gimnasio, cabinas de spa con jacuzzi al aire libre, y vestuarios con baño de vapor y sauna.
Pero nada de esto es tan espectacular como la piscina flotante. A ella se llega por un pequeño puente, y en la que se puede tomar el sol o disfrutar de las siluetas de las montañas.
Para los arquitectos responsables del diseño y construcción, Sordo Madaleno, la conceptualización del elemento construido se hace “en referencia a un bote anclado en el lago, como si estuviera flotando en el agua”. A mí, el hecho de la existencia de esta construcción me provoca un tremendo bienestar, y la sensación que la esperanza depositada en nuestros profesionales da buenos frutos.
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