Dior no deja incólume a nadie. En su afán de crear moda y estilo se embarca siempre en las mayores aventuras, y ofrece unas galas de lujo a las que se apuntan todas las estrellas a nivel mundial. Pero también una de las marcas que más apuesta por la arquitectura de vanguardia, sobre todo, cuando se trata de sus flagships. Así, este año, la tienda Dior de Ginebra ha vivido un cambio espectacular e innovador que pasamos a detallar.
Este establecimiento ha cambiado por completo gracias a la aplicada gestión del renombrado arquitecto francés y premio Pritzker, Christian de Portzamparc. Se trata de un profesional muy conocido en Dior, dado que suya es la flagship con forma de tulipán de Corea del Sur.
En esta ocasión, el arquitecto generó unos hermosos pétalos de seis plantas de altura, coronados con un voladizo del mismo color. Éstos enormes pétalos están muy bien arriostrados a la fachada, generando un espectáculo que, irremediablemente, te envuelve en él. En otras palabras, moda arquitectónica de altura.
No es ningún secreto que estos seis enormes pétalos poseen un aire a los que se colocaron en la fachada de la flagship de Seúl.
Sin embargo, ni sus dimensiones ni los materiales empleados son los mismo. Su particular enfoque sí que los hace coetáneos, siendo esta similitud una muestra indirecta del éxito clamoroso que supuso la intervención en Corea del Sur.
Estos elementos de gran porte y su forma obedecen a un guiño a las formas y diseños a los que nos tiene acostumbrados la marca, que se reinventa teniendo siempre las flores como un objeto de culto del que extraer ideas.
Además, su singular forma permite el paso de luz, que atraviesa la vidriería interior de la fachada y rebota en las paredes de la tienda para deleite de sus usuarios.
Al contrario, por la noche la luz interior realza las figuras de los pétalos y proporciona un generoso ambiente festivo al número 37 de la Rue du Rhône, donde se encuentra la tienda. Sin embargo, para la marca lo mejor es que la tienda se transforma en un faro o linterna urbana de primer nivel.
Como buena tienda posee escaparates en los que mostrar las piezas más llamativas. En este caso, los escaparates tienen forma de cubículos y parecen sobresalir, al estilo de los pétalos, alineándose así con ellos a nivel de calle.
Además, la configuración de la fachada hace que una gran parte de sus diseños en plantas superiores se puedan vislumbrar a través de las cristaleras.
Dentro todo cambia. Allí el espectáculo lo tienen que dar las piezas en exposición, así que los tonos neutros y los paneles de madera permiten que los patrones de la colección primavera verano 2024 de Dior sean las verdaderas estrellas. Las vitrinas y estantes se van combinando con elegantes alfombras, acompasando las distintas salas.
Además, como Dior no reniega del arte nunca, en la tienda podemos ver consolas fabricadas por Stefan Leo Atelier, y mesas del diseñador anglo-brasileño Hamrei. Aunque mis preferencias siempre se van a los lujosos asientos y sofás, que parecen decirte: “Acomódate que te vamos a cuidar…” En fin, la arquitectura y Dior siempre van de la mano, larga vida a esta unión.
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