La ciudad de Montpellier tiene, desde hace poco, un nuevo icono de la modernidad, un elemento más de esta urbe del sur de Francia que apuesta, decididamente, por la vanguardia arquitectónica. Así lo han plasmado en construcciones públicas como la Estación de Saint Roch o la sede de su ayuntamiento, diseñado por Jeau Novel, y lo han rubricado con la adjudicación, mediante concurso, al tándem profesional que diseñó el maravilloso edificio que tienes ante tus ojos: El árbol blanco, o L´Arbre Blanc, en francés.
Para mi gusto hubo un poco de “trampa”, en el buen sentido de la palabra, porque si hablamos de modernidad e innovación arquitectónica, y se presenta al concurso un señor llamado Sou Fujimoto, tiene todas las de ganar (como así pasó en el año 2014). Bromas aparte, de la colaboración del veterano arquitecto con las jóvenes promesas de la arquitectura francesa, personificadas en Manal Rachdi Oxo y Nicolas Laisne, ha resultado esta épica construcción que demuestra que la sorpresa y el buen gusto pueden ir de la mano.
Aunque las obras en el edificio culminaron el pasado mes de mayo, la inauguración oficial fue el día 19 de junio de 2019. Una espectacular ceremonia con más de 500 invitados, entre los que, por supuesto, estaban los arquitectos, los promotores (Evolis Promotion, el Grupo Promeo y la inmobiliaria Opalia), las empresas que participaron en el hito, prensa, amigos y familiares. Todos pudieron disfrutar de los discursos, de música en vivo y, sobretodo, del maravilloso inmueble construido.
La torre se inspira en la naturaleza, en concreto, en un bello árbol de color blanco que extiende sus ramas por cualquier zona de su corteza, sin orden aparente. Esta sensación de caos genera en el espectador una armonía absoluta, como la sentimos cuando entramos en contacto con la naturaleza (biofilia), su caprichosa forma de extenderse buscando que cada hoja tenga la posibilidad de recibir la máxima cantidad de luz nos resulta placentera. De esta forma, los usuarios del edificio podrán vivir un verdadero sueño ecológico.
El edificio tiene 17 plantas, cuenta con 113 apartamentos y, según los arquitectos, el presupuesto total de la obra alcanzó los 20,5 millones de euros, lo que, al tener una superficie habitable de 10.225 metros cuadrados, resulta en un precio de 2.000 euros por metro cuadrado. Si bien es verdad que el medio francés Ouest France ha cifrado el valor de construcción en 45 millones de euros, más del doble, con lo que el valor alcanzaría los 4.000 euros el metro cuadrado.
El tronco principal del inmueble nace en forma de curva imperfecta y se eleva permitiendo que los múltiples balcones se extiendan en distintas direcciones, no siempre perpendiculares a sus fachadas. Los balcones son el atractivo visual principal, no hay duda, y su superficie alcanza aproximadamente la mitad que el interior de cada apartamento, lo que es, de por sí, toda una hazaña técnica y constructiva, además de social, dado que permite la interacción con el exterior.
Las viviendas poseen distintas configuraciones. Dependiendo de las necesidades y gustos de los inquilinos, estos podrán optar por las que se orienten a los distintos puntos cardinales (Este, Oeste, Norte y Sur). Si te conviertes en propietario de alguno de sus dúplex, tienes incluso la posibilidad de transitar entre tus balcones gracias a escaleras exteriores. Los diseñadores prevén que la vida principal en este edificio sea al aire libre. A esto se une que la torre incluye una galería de arte, un restaurante, un bar panorámico y varias oficinas, conformándose un edificio de uso mixto, a donde debe confluir el diseño actual.
La orgullosa empresa que ha intervenido en la fachada del edificio, aportando su capacidad de dar respuesta técnica a los requerimientos de la singular obra, ha sido la filial francesa de Ciprés Group, que en su página web nos explica cómo el revestimiento exterior está ejecutado por chapa grecada de aluminio con estructura del mismo material. Además, se ha empleado un sistema patentado (por ellos, obviamente) de cerramiento de fachada, llamado SCLIC, cuya característica es que se monta por dentro. Son responsables, también, de la ejecución de la carpintería exterior y del muro cortina.
La empresa de consultoría Franck Boutté, fue la encargada de analizar la contribución bioclimática de los 193 balcones y su incidencia sobre la eficiencia energética del inmueble, dando con las claves para el mejor aprovechamiento de los recursos naturales, en otras palabras: cómo la presencia de los balcones protege del excesivo calor, del viento y gradúa los cambios bruscos de temperatura. La torre está ejecutada para soportar, en la medida de lo posible, los terremotos que puedan acaecer en la zona. Si tenemos en cuenta que el peso del armazón de metal alcanza las 600 toneladas, podremos valorar mejor esta audacia constructiva.
Con todo, y para mi gusto, este edificio reúne las tres condiciones que debe tener cualquier inmueble contemporáneo: la primera es la sorpresa, debemos acostumbrarnos a explorar las máximas cualidades de nuestros diseños, y balcones de hasta siete metros de longitud en distintas direcciones, son una gran sorpresa. La segunda es la variedad, esto de sectorizar los inmuebles según su uso es aburrido. La sociedad es plural, hagámonos a la idea. Y la tercera y principal, el disfrute, si no disfrutamos de nuestro inmueble, mejor no construirlo.
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