Las imágenes de personas confinadas sin terrazas y sin poder disfrutar del espacio exterior es algo poco motivador. Sin embargo, de toda situación tenemos que hacer una lectura aséptica y buscar soluciones para el futuro. Para ello debemos evitar en lo posible los antiguos errores, mejorando todo lo que podamos.
Y hablamos del sector sanitario, como vimos en el pasado artículo, el sector administrativo, comercial, industrial, como se está viendo con los protocolos de actuación frente al Covid-19 que están aplicando las empresas; o, por supuesto, del sector residencial.
Serán los profesionales quienes planteen los diseños más apropiados para las nuevas edificaciones, así como las reformas objetivas más efectivas de los inmuebles actuales. Algunas se podrán realizar, otras no, al menos sin alterar la configuración histórica, la superficie o la propia idiosincrasia de la construcción.
En fin, ahora mismo nos toca mirar en webs, páginas de inmobiliarias, redes sociales y todo el amplio abanico digital al alcance de nuestras manos, en busca de cómo querríamos que fuera nuestro hogar. Yo he encontrado uno que, tal vez, te interese conocer.
Se trata de una torre residencial ubicada en Líbano. Se llama Beirut Terraces, y el nombre ya te indica el principal motivo del porqué me gustaría vivir en uno de sus apartamentos en la próxima cuarentena. El inmueble computa innumerables zonas de esparcimiento al aire libre, de las que pueden disfrutar todos los usuarios. Es, sin duda, el paraíso para el confinamiento.
La torre alcanza los 121,50 metros de altura y la cima residencial se encuentra en los 114,60 metros. Posee 27 plantas que albergan 131 viviendas de lujo, distribuidas en los 79.200 metros cuadrados de superficie construida, unos 100.600 cuando le sumas la superficie de las terrazas.
El promotor que auspició la construcción se llama Benchmark, y para hacerlo invirtió la asombrosa cantidad de 460 millones de dólares, unos 412 de euros. En un afán de conseguir la máxima atracción y eficiencia, convocó un concurso internacional que ganó la firma de arquitectura suiza Herzog & de Meuron, responsables del diseño del inmueble que ocupa un lugar privilegiado del Distrito Central de Beirut, llamado Mina El Hosn. Este estudio ideó esta colocación asincrónica de forjados, que permiten la aparición de terrazas en todas direcciones y de casi todos los tamaños.
En el año 2010 se iniciaron las obras y en 2015 se finalizaron, abriendo a 131 nuevos usuarios la posibilidad de vivir en la torre. Los inquilinos disfrutarán de amplias terrazas y las zonas verdes que están empezando a crecer y que, en breve, conformarán un oasis al exterior y al interior del inmueble. Por cierto, la empresa encargada de la arquitectura paisajística se llama Vladimir Djurovic.
Los cerramientos exteriores están ejecutados con ventanas de piso a techo, perfectas para el máximo aprovechamiento solar. En los forjados se han previsto una serie de aberturas de distintos tamaños con una clara función estética que se aprecia por la noche, cuando las luces del edificio se proyectan por sus huecos, creando un juego sin igual de claroscuros.
El complejo tiene varias tipologías de vivienda, de 2, 3 y 4 dormitorios, con una disposición muy distinta según las necesidades. Así, los apartamentos varían sus dimensiones entre 210 y 935 metros cuadrados. Los áticos alcanzan los 1.050 metros cuadrados y cuentan con terrazas de hasta 450 metros cuadrados.
Por supuesto, al ser un inmueble de lujo, posee comodidades como un spa con piscina, sauna, zona comercial, seis plantas de aparcamientos y un lobby bastante espectacular. La envolvente blanca no hace más que ahondar la diferencia entre este edificio y los cercanos. Cabe destacar que parte de esta blancura se consigue mediante plaquetas de mármol blanco.
La singular estructura de hormigón armado utiliza forjados de losa maciza y pilares cilíndricos vistos, con un núcleo central, que sirve de paso para las instalaciones, cajas de escaleras y ascensores. Esto permite la distribución de las viviendas en las cuatro orientaciones.
Hay que reseñar que cada ascensor da a, como máximo, dos viviendas, haciendo que cada cuarto de la torre tenga un vestíbulo. Por supuesto, todo tiene truco, y si nos fijamos adecuadamente, cada cinco plantas se repite el patrón de los forjados, permitiendo una rítmica dimensional.
La contribución de los grandes voladizos no sólo es estética o funcional, al permitir la aparición de distintos tipos de terrazas, sino que también ayuda a permitir sombras en los grandes ventanales, bajando la sensación térmica los días de excesivo calor.
Su grosor permite, además, un añadido al equilibrar la temperatura utilizando su masa térmica. En otras palabras, almacena el calor durante el día y lo expulsa durante las noches, evitando, en cierta medida, que el frío se adueñe del lugar.
Los distintos apartamentos tienen en común al diseñador de interiores Vincent Van Duysen, que configuró las estancias en torno a tres áreas: la recepción, los espacios de descanso y ocio y el área de trabajo. El vestíbulo se abre a una hermosa sala de estar con terraza obvio y un comedor. A continuación se encuentran los dormitorios que incluyen baños propios, vestidores y una sala de entretenimiento.
Las zonas de trabajo son la cocina, trastero, lavandería, etc. Para pasar una cuarentena, lo ideal es que cada habitación tenga un baño independiente, extremando así el aseo personal, una sala de ocio, que podría servir de zona de teletrabajo, y mucho espacio abierto, cuanto más, mejor.
Es justo reconocer el trabajo de otros participantes en la ejecución del edificio, como el estudio de arquitectura del lugar Khatib & Alami, los ingenieros de la internacional Arup, los encargados de la fachada, la empresa PP Engeneering, o la contrata principal, sin la cual nada es posible, Man Enterprise.
Esta torre de viviendas, obviamente, no se diseñó para pasar una cuarentena, pero tiene todos los requisitos para ello. Podemos aprender de diseños como éste para, en el futuro, dar más calidad a nuestras residencias, que nunca viene mal.
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