Que el azúcar es una sustancia dañina para nuestro organismo, sobre todo en grandes cantidades, es algo que ya tenemos claro. Sin embargo, por perjudicial que pueda ser, es evidente que nos negamos a vivir sin ella. Si te preocupa este hecho, puedes ponerle algo de humor quedándote varios días en el hotel más dulce de Europa.
Por supuesto, no existe un hotel hecho con azúcar, ni uno que presuma de aglutinar las mayores cantidades de sacarosa por metro cuadrado, por ahora. Pero sí existe en Polonia un hotel en una antigua fábrica de azúcar, que estuvo en activa 110 años. Se trata de la antigua fábrica Żnin y estuvo produciendo azúcar a partir de remolacha desde 1894 hasta 2004.
Los promotores, un grupo llamado ARCHE, rescataron del ostracismo a la antigua fábrica y se pusieron manos a la obra para convertirla en toda una atracción. Abarca 35.000 metros cuadrados de superficie útil, y se distribuye en dos hoteles, de cuatro y tres estrellas, con 186 y 134 habitaciones, 15 apartamentos tipo dúplex, nueve salas multiusos, un restaurante de 835 metros cuadrados, un parque acuático, Spa, bolera, cervecería, varios bares, y hasta un museo.
El estudio de arquitectura Bulak Projekt estuvo a cargo del diseño y de la toma principal de decisiones técnicas y estéticas. Respetando los deseos del promotor, conservaron los edificios lo máximo posible, remodelando el interior, adecuándolo con las necesarias instalaciones para los distintos usos que se dio a las estancias, y reordenando los espacios exteriores para disfrute de los usuarios.
Para la ingente tarea de remodelar casi 35.000 metros cuadrados contaron con profesionales de talla, como las empresas MML Architekci y MIXD Interior Experience Design. MML nos explica en su web que emplearon al máximo el aprovechamiento de los materiales obtenidos de la demolición. Parte de la barra del restaurante está hecha de aisladores cerámicos, al igual que las mesas, y se utilizaron las tuberías de acero oxidadas y las vigas estructurales como elementos decorativos.
Parte de los antiguos pavimentos de piedra se respetaron, restaurándolos para proporcionales mayor durabilidad, ya que la piedra es un elemento muy agradecido, siendo de fácil conservación y mantenimiento. Incluso partes accesorias, como camiones, mástiles y otros equipos de la fábrica se dejaron como parte de los edificios. Toda una provocación al recuerdo y un acierto económico.
Cuando visualizas el hotel en el exterior, da la sensación de entrar en una fábrica, no en una reconvertida, sino en una de verdad. Sus ladrillos de terracota te saludan como si fueras un operario, las chimeneas esperan que alguien las ponga en marcha, las cubiertas cobijan de forma sistemática el preciado interior. Ya dentro puedes disfrutar de las comodidades de un hotel moderno, sin perder la sensación de estar en una fábrica.
En total, el complejo se forma con 27 edificios que han sido tratados con mucho esmero, creando nuevas estructuras que soportaran las antiguas y las nuevas solicitudes a las que iban a someterlas. Estas nuevas estructuras se han ejecutado en hormigón visto, material duradero, que se mimetiza con un entorno industrial y residencial sin ningún pudor.
La fábrica hotel se ubica próxima a un lago y los promotores han aprovechado este hecho para vincular al hotel actividades de windsurf y otros deportes acuáticos motorizados. Además, da la posibilidad de albergar un pequeño puerto deportivo.
Según cuentan los promotores a la revista Vogue, contrataron a un carpintero y un cerrajero para que rescataran los elementos y trabajaran intensamente como artesanos expertos en el proyecto. Dicen que los trabajos tardaron cuatro años y que, aún hoy, hay partes aún por terminar y/o definir.
La introducción de 12 apartamentos tipo dúplex, habitaciones de hotel de dos alturas muy poco habituales, da un plus al hotel. Así como la aparición de escaleras de caracol, de tramers tipo adorno o tipo barandillas, la visualización desde el atrio principal de las enormes cerchas de la fábrica las innumerables instalaciones vistas, o la introducción de vegetación y elementos naturales en varios puntos del hotel.
En fin, que no te despisten los colores pastel que definen las partes y diferencian a los edificios. Hay preferencia a los tonos verde, amarillo, rojo o azul, según el espacio en el que te halles. Lo importante de este temático hotel son los ladrillos, las vigas de metal, el robusto hormigón, el olor a azúcar que desprenden las partes rescatadas y/o conservadas y, sobre todo, pasarlo bien.
*Fotografías cortesía de ONI STUDIO
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