El futuro aún no está escrito, al menos, en lo que a la arquitectura se refiere. Y prueba de ello es la agilidad con lo que los profesionales están empezando a usar las nuevas herramientas a su alcance. Porque sí, la llamada Inteligencia Artificial no deja de ser una herramienta más en las poderosas manos de los humanos, o, mejor dicho, en sus poderosos cerebros. ¿Alguien cree que las máquinas podrán algún día suplir a los hombres? Yo, no.
Y es que por mucho que nos empeños en pensar que las IAs han venido a derrocar nuestros tradicionales puestos de trabajo, igual se nos ha olvidado que muchos de estos puestos han ido cambiando desde el albur de los tiempos, apareciendo y desapareciendo según cambiaran las necesidades culturales, económicas o sociales de nuestra especie, y también, obvio, según se crearan nuevas herramientas hasta entonces desconocidas.
En las redes sociales se está divulgando un trabajo que es, per sé, un ejemplo premonitorio de cómo nos pueden ayudar las IAs, en lo que a diseño arquitectónico se refiere. De la mano del estudio Ulises, afincado en Berlín llega a nuestras retinas un concepto tan limpio como efectivo, tan genérico como inclusivo, tan transparente como pedagógico: “Cultural Constellations” o Constelaciones Culturales en nuestro idioma.
La idea es que unas estructuras de PVC inflables se coloquen en entornos estratégicos de las ciudades. Estas podrían ser estaciones de autobuses, marquesinas o bancos. Estas estructuras tienen la característica principal de ser transparentes, limpias de contenido visual, haciendo que su presencia sólo sea importante para quien la usa, y no para el resto del entorno urbano.
Además, estas estructuras permiten el acomodo de personas y objetos con mucha facilidad, de la misma forma que interfieren con la climatología adversa, refugiándonos en caso de lluvia, nieve o vientos, es decir, son un elemento muy práctico, no molesto y versátil para cualquier tipo de actuación y circunstancia. Pero, lejos de quedarse en esta utilidad práctica, el creador, Ricardo Orts, nos deleita con su mejor uso: bibliotecas.
Orts, que estudió en la Universidad Politécnica de Valencia, posee el grado de Arquitectura, lo que le provee de sensibilidades y conocimientos con los que desarrollar propuestas urbanísticas como la que os presentamos esta semana. Con su empresa Ulises, ha utilizado el programa de inteligencia artificial Midjourney para crear estas bibliotecas públicas diseñadas en PVC.
La idea es generalizar por las ciudades unas bibliotecas callejeras, con buena iluminación y al mismo tiempo acogedoras para que cualquier transeúnte pueda leer o descansar mientras recorre la ciudad. Así, la cultura estaría más cerca del ciudadano o del turista, permitiendo desconectar en el ajetreado mundo en el que vivimos.
Ricardo no cuenta que “al diseñar espacios públicos que fomentan la cultura de la lectura, Ulises tiene como objetivo hacer que la literatura sea más accesible para todos y promover los beneficios de la lectura para el desarrollo personal y social”, y mira, falta nos hace.
Estas estructuras no sólo son funcionales, también son estéticamente agradables, fáciles de transportar e instalar, incluso diría que fáciles de fabricar (que es importante), y, también, económicas (el PVC es un material barato).
Según el diseñador, las estructuras pueden servir como plataforma para mostrar los trabajos de artistas y escritores, sobre todo los de la ciudad, promoviendo que los usuarios sean las personas más vinculadas con su entorno urbano directo.
Las imágenes están siendo muy visualizadas y esto implica de facto la aprobación tácita de una gran parte del público… ¿Se ejecutará algo parecido en alguna ciudad? ¿Te gustaría ver estas estructuras en la tuya?
El PVC, o policloruro de vinilo es un viejo conocido de la humanidad, ya en 1835 fue descubierto por el alemán Justus Von Liebig, quién no le vio la utilidad y relegó su importancia permitiendo al estudiante Henri Victor Regnault experimentase con él. Aunque el moderno padre del material se llama Waldo Lonsbury Semon (estadounidense) quién en 1933 explotó muchas de sus posibilidades.
El PVC es un material que resiste el ataque de hongos, insectos, roedores y bacterias (toma ya). Es flexible, resistente a la corrosión y de gran resistencia al impacto, además de, como mejores características, ser un muy buen aislante térmico y eléctrico. Por ello, este material lo verás en instalaciones eléctricas y de agua, ventanas, revestimientos de paredes y suelos y, tal vez, algún día, en bibliotecas de ciudad.
Fotografías cortesía de Ulises.
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