La torre más esperada de Nueva York

Entre la crítica y la admiración sigue construyéndose el One Manhattan Square, un nuevo rascacielos icónico… ¡no precisamente por su altura!

No siempre se puede construir el rascacielos más alto del mundo, ni el más raro, ni el más esbelto o el más inclinado, pero, si tienes ingenio y un buen terreno, sí que puedes construir un buen rascacielos con algo grande y que no pase desapercibido, como por ejemplo, unos jardines. Esto debieron pensar en Adamson Associates Architects cuando recibieron el encargo de diseñar en el Lower East Side, claro que también podría ser que vieran demasiado terreno…

Vistas desde uno de los apartamentos

Como buenos vendedores, solo hace falta escuchar al presidente y fundador de la inmobiliaria Extell Development, autores económicos de la promoción, para convencerse de comprar un apartamento: «Con un paquete de servicios sin precedentes, vistas espectaculares y precios atractivos, One Manhattan Square es un cambio de juego», dice Gary Barnett, «estamos ofreciendo el mejor estilo de vida – junto con una oportunidad de inversión inteligente – que no está disponible en ningún otro lugar de Manhattan«.

Salón de uno de los apartamentos

Aunque algunos bolsillos no puedan permitírselo, está claro que la nueva edificación nace con la idea de ser totalmente competitiva en precios, atrayendo a personas y entidades que ya están viendo demasiado elevados los precios en otras zonas de Nueva York. Los 815 apartamentos de que se compone el complejo están divididos en tres tipologías: de una habitación con un precio medio de 1,5 millones de dólares (1,32 de euros), de dos habitaciones con precio medio de 2,5 millones de dólares (2,20 de euros) y de tres habitaciones que alcanzan el valor medio de 4 millones de dólares (3,51 de euros).

Habitación de matrimonio

La torre, que culminará a los 243 metros de altura, está en construcción, y ya ha sobrepasado su centro geométrico así que solo le quedan dos telediarios (es un decir) para llegar a la finalización de la estructura de hormigón armado. Mientras se eleva, está siendo ejecutada la carpintería exterior formada por un muro cortina de cristal, por aquello de maximizar las vistas, mientras nos protegemos del exterior. No obstante, desde la inmobiliaria nos anuncian que cualquier apartamento tendrá unas increíbles vistas del río, lo cual, huelga decirlo, es un aliciente de primera.

Vistas al Manhattan Bridge

Nos podemos imaginar al bueno de Adamson paseando por la zona, mirando hacia el Manhattan Bridge y pensando cómo conseguir la excelencia a precio de mercado. Sí, aunque parezca trivial, ninguna edificación está exenta de su realidad económica y ningún arquitecto está exento de buscarla con esmero. Pero el gran atractivo de este edificio, como ya anunciábamos, son sus zonas de esparcimiento.

El complejo cuenta con una increíble zona de deporte con cancha de baloncesto, zona de bolos, cancha de squash, simulador de golf y un gimnasio ultramoderno. Posee también un spa con bañeras de hidromasaje, sauna, piscina casi olímpica de 22 metros, piscina para infantes, salón culinario, teatro, sala multimedia y el imprescindible bar bodega. Por supuesto, también contará con conserje las 24 horas del día, almacenamiento refrigerado, servicio de tintorería, salón de negocios y parking privado de vehículos y bicicletas.

Instalaciones deportivas

En total son más de 10.000 metros cuadrados los que se destinan para ocio y disfrute de los usuarios del edificio, de los cuales una gran parte estarán en el exterior, configurándose como el parque privado más grande de Nueva York, ahí queda eso. Este oasis urbano de 4.200 metros cuadrados incluirá el sinuoso jardín bajo el puente, un pabellón de té, numerosas zonas sociales, una casa árbol para adultos (también tienen derecho), el jardín del abedul, mesas de ping-pong, casas para perros y hasta un observatorio astronómico. Honestamente, da cierta envidia (sana) lo bien que se lo van a pasar en este mega-jardín.

Zona de ocio infantil de los jardines

La curiosa forma del edificio, como si fuera una pieza de tetris, responde a la intención de dar a los usuarios las mejores vistas posibles. El vidrio con tonos plateados del rascacielos hará que la silueta sea viva y cambiante, así como servirá también para ‘ocupar’ menos el paisaje urbano. El podio, donde se ubican las entradas al inmueble, así como varias zonas de la torre, serán revestidas con un metal muy especial: el muntz, mezcla de 60 % de cobre y 40 % de zinc, con algunas trazas de hierro.

Exteriores del complejo

Este material es una variable del latón, se empezó a utilizar en el siglo XIX casi siempre en la construcción naval y tiene varias buenas razones para existir: es un material más económico que el cobre cumpliendo sus mismas funciones, tiene una gran durabilidad incluso bajo el mar, resiste la corrosión y es más fuerte que el cobre.

Zona de ocio

En la base del edificio convivirán dos zonas comerciales, se espera que una de ellas sea un supermercado, sustituyendo al que se ubicaba en la misma parcela, el Pathmark, cuya desaparición hizo reaccionar en contra del edificio a parte de los vecinos del barrio, aunque nada está definido del todo aún. El estudio de Meyer Davis ha sido el responsable del diseño interior de los distintos apartamentos, dándoles acabados en dos tipologías (clara y oscura) donde brillarán con luz propia los pisos de roble, la piedra importada y los acabados personalizados.

Cocina americana

Según los propietarios, el ritmo de ventas es bueno teniendo 100 contratos firmados en marzo de este año, en los que se incluyen uno de los dos áticos de lujo del inmueble, cuyo valor se sitúa en los 13 millones de dólares… ¡11,40 de euros! Estos ‘Penthouse’ tienen una superficie de 344 metros cuadrados, presumen de suite principal en una de las esquinas (con vistas de 270 grados), un amplio vestidor, una cocina gourmet, un espectacular salón y lo mejor, una terraza de casi 40 metros cuadrados… protegidos con nuestro querido metal muntz.

Cocina de uno de los apartamentos

El ‘Pueblo vertical’, como se ha apodado a esta edificación, tiene múltiples motivos para centrar la atención del mercado inmobiliario neoyorquino, uno de ellos, que se ha adelantado a otros tres rascacielos que nacerán en la misma zona en pocos años, probablemente, marcándoles los precios y arrebatándoles la primicia. Si todo va como espera Extell, su construcción estará completa a finales de 2018 y, como en estos casos, los precios de las viviendas se alzarán.

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