Las intervenciones más increíbles en el mundo de la arquitectura vienen siempre de la mano de personas que saben visualizar las carencias o motivaciones de un entorno o época, casi siempre vinculados a un movimiento cultural concreto. El ejemplo más actual lo tenemos en Bolivia, donde un singular arquitecto ha creado un nuevo estilo arquitectónico, que está teniendo un éxito arrollador en Latinoamérica.
Freddy Mamani Silvestre nació en Catavi, Bolivia, un pequeño poblado del cantón de Konani. Ni él, ni todos los que le rodeaban, podrían haber imaginado nunca que se iba a convertir en un referente arquitectónico a nivel mundial y, mucho menos, que lo iba a hacer adaptando la iconografía de sus orígenes aimaras a la actualidad. Todo ello, gracias a la nueva clase media-alta emergente del pueblo boliviano.
Un novedoso proyecto que surgió en un poblado de reciente cuño. Se trata de una ciudad que tiene unos 30 años, y que nació al cobijo de La Paz, la capital administrativa del país. La ciudad recibe el nombre de El Alto y, debido a su ubicación, se ha convertido en muy poco tiempo en el espacio más dinámico y prometedor de la zona. Está a 4.000 metros de altitud, y antes de que llegara Mamani se caracterizaba por tener una estética constructiva monocromática, en la que destacaban los tonos rojizos de los ladrillos de adobe, el elemento constructivo más versátil del Orbe.
Según el arquitecto autodidacta, su intención es dar color, personalidad y realzar la cultura de su país, a través de edificios cuya simbología se inspira en el pasado aimara. Un ejemplo de ello es su primera creación, un edificio para jóvenes comerciantes con recursos. Éste se basó en la iconografía del pasado, y su diseño fue tan revolucionario, que antes de finalizar el trabajo, el periódico local La Razón le dedicó un amplio reportaje.
Imagina que eres un albañil y que por tu amor a arte has diseñado un espectacular edificio, una muestra constructiva tan diferente al resto, que antes de finalizar la obra apareces en uno de los medios de comunicación más populares del país. Vaya. Todo un subidón ¿no? Pero lo mejor es que, ya sea por la difusión, por tu buen hacer, o por una mezcla de ambas, unos años más tarde has realizado 70 edificios del mismo estilo en El Alto, y más de 100 en toda Bolivia. Si eso no es éxito…
Este concepto al que Mamani llama Nueva Arquitectura Andina, se conoce popularmente como Cholet, un término que viene de la fusión de Chalet y Cholo, nombre peyorativo con el que se referían a los indios mestizos de ciudad. En un principio la palabra Cholets no le gustó mucho a Freddy, hasta que lo vislumbró de otro modo. Para él, Cholet viene de la confluencia de Chalet y Chola, nombre de las indias mestizas. De esta forma el autor identifica sus edificios con el movimiento feminista.
En una reciente entrevista, el arquitecto reconoce que ve sus edificios como mujeres aimaras, engalanadas con sus típicos trajes llenos de colores, sus sombreros y joyas tradicionales. Al mismo tiempo, dice que hace referencia a la capacidad de la mujer de acoger a toda la familia. Honestamente, parece más una salida bien pensada para relacionar sus obras con el feminismo actual, que una realidad. Sea como fuere, se trata de una estrategia de marketing bastante buena.
Pero… ¿Qué es un Cholet? Un cholet es un edificio de seis y siete plantas, distribuidas de forma que la planta baja es un local comercial o taller familiar; la planta primera es un espacio de reunión o sala de fiestas; las siguientes plantas se destinan a apartamentos para alquilar; y en la cúspide, se ubica un chalé, normalmente dúplex, en el que reside el propietario. Además, el edificio tiene una marcada y exuberante geometría en el interior y exterior, que transciende la cultura aimara mezclándola con conceptos contemporáneos.
Las formas geométricas nacen de las encontradas en la antigua ciudad de Tiwanaku (500-1.000 d.c). Formas de cóndores, pumas, o aves, que se combinan con diseños que nacen de montañas, relámpagos y flores. Así, el artista ha creado un lenguaje propio con el que articula su idea de ciudad contemporánea, aplicando los colores de tonalidades azules, verdes, rojos y rosas brillantes de forma generosa.
El uso de grandes candelabros en los salones interiores, junto a la aplicación de capiteles en las columnas, realzan la utilización de colores y formas atrevidas, que se iluminan con 2.000 o 3.000 bombillas. Las rotundas formas del interior las ejecutan artesanos del lugar, que las moldean siguiendo técnicas profesionales. Además, aplican las pinturas con pinceles, nada de brocha gorda.
Por supuesto, esta nueva arquitectura no está hecha para bolsillos de bajo fondo. Los propietarios de los cholets son los nuevos ricos de Bolivia, personas oriundas del lugar que han tenido suerte en los negocios, y que se han instalado en la segunda ciudad más poblada del país. Personas a las que no les importa lucir con orgullo su pertenencia cultural y su posición económica.
El éxito ha sido tan arrollador que el artista ha viajado por medio mundo enseñando su nuevo concepto de arquitectura. Freddy Mamani ha estado en Las Vegas, California, París, incluso en el Metropolitan Museum de Nueva York. Además, ha concedido entrevistas en casi cualquier medio digital o televisivo. Ahora, algunos de los constructores que empezaron con él son su competencia, pero su criatura crece más allá de sus alas… ¿Dónde llegará?
*Fotografías de Mattia Polisena
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