Si nombramos a los Falcons, igual piensas en los aviones presidenciales del estado español. Pero me temo que te equivocas, se trata de la nomenclatura abreviada de un equipo de fútbol estadounidense: los Atlanta Falcons. Pero, coincidencias aparte, viajamos hasta esta ciudad para descubrir uno de los estadios modernos más impresionantes del último siglo. El estadio Mercedes-Benz que ha nacido para brillar.
Este particular centro deportivo tiene varios hitos que lo hacen memorable. El primero es que es el primer espacio deportivo con el memorable membrete de Mercedes-Benz. El segundo es el de ser el primer estadio estadounidense en conseguir la certificación LEED Platino por su compromiso con el medio ambiente y su buen uso de las energías limpias.
La construcción finalizó en el año 2017, posee unos 186.000 metros cuadrados de superficie construida aproximadamente y una capacidad para 71.000 personas. Esta se reduce a casi 33.000 cuando hablamos de fútbol americano. Podemos visualizar su importancia con los premios otorgados a la construcción: Recinto del año, Excelencia en ingeniería estructura, premio de honor AIA Georgia, etc.
Pero no nos equivoquemos, los premios sirven de reconocimiento a la labor realizada y ésta se gesta siempre en el silencio. Así, el propietario de los Atlanta Falcons, Arthur Blank, se unió al Centro de Congresos Mundiales de Georgia para encargar al estudio de arquitectura HOK que gestara un “ícono arquitectónico para la ciudad y una experiencia para los fanáticos inigualable”. Y vaya si lo han hecho bien…
Hasta la buena de Beyoncé, que ha inspirado rascacielos, se sintió de lo más cómoda en el concierto que dio en el estadio a finales de 2023. Pero al grano, que se nos va julio.
El estado Mercedes-Benz tiene un diseño facetado que permite distinguirlo fácilmente de otros de su misma índole. Y que fue gestado a la inversa: de la cubierta hacia la base, empezando por la ejecución de un techo móvil que permite la utilización del recinto en distintos momentos atmosféricos.
El techo se ejecutó con ocho “pétalos” o secciones que se trasladan accionados por un botón y poseen 67 metros de largo apostados sobre railes que los llevan a sus extremos. El efecto óptico es bastante increíble dado que parece que estos elementos parecen girar, pero nada más lejos de la realidad. Por cierto, en la noche miles de luces led (siempre led´s), lo iluminan para los drones y aviones del lugar.
Siguiendo el diseño, los elementos triangulares del techo móvil se repiten a otras escalas en la fachada. Estos están ejecutados por medio de paneles alternados entre metal aislante y ETFE (al que los eruditos llaman Etileno-TetraFluoroEtileno), que no deja ser un elemento derivado del plástico con una elevada resistencia al calor, a los rayos ultravioleta y al deterioro, lo que garantiza una eficiencia energética notable y una muy buena durabilidad.
Por supuesto, tampoco podía faltar nuestro amigo el vidrio, que crea una enorme cristalera en planta baja que rompe la difusa línea entre interior y exterior y muestra la espectacular escalera del hall de entrada, que no es la única escalera, obviamente. En una parte de la fachada, esta vidriera alcanza las 16 plantas de altura, proporcionando un generoso espacio con luz natural y panorámicas del Atlanta.
Como moderno espacio multifuncional, el estadio ofrece mucho más que asientos para ver los partidos: un salón tecnológico, un muestrario de los Atlanta Falcons llamado 100 Yard Club, puestos de comida en multitud de puntos en el estadio, con algunos bares, son algunos de los elementos más prosaicos. Pero, además de estos el recinto posee unas 4.000 millas de cable de fibra óptica, con más de 2.000 televisores y servicio Wi-Fi…
Dicen los medios del lugar que el coste económico alcanzó los 1.400 millones de dólares, lo que se traduce en la extensa cifra de casi 1.300 millones de euros. Su marcador, que recorre el Oculus del techo en su base, no impide la vista hacia el cielo, y distribuye información a todo el estadio gracias a sus 360 grados de extensión. Esta pantalla LED de video de alta definición es un elemento clave más de este inmueble gestado por la empresa de ingeniería Buro Happold.
El recinto cuenta con un suministro de energía solar gracias a 4.000 paneles fotovoltaicos colocados estratégicamente, muchos en pérgolas que dan cobijo a vehículos, otros en marquesinas o partes de la cubierta. Otro elemento que contribuye a la sostenibilidad es un sistema intrincado de recogida de agua de lluvia que se reutiliza para el regado de jardines y otros quehaceres.
Pero si la arquitectura y la ingeniería de este estadio no te parecen de calado, deberías esperar un poco antes de juzgar. Como parte del complejo se instaló un huerto urbano, del que se extraen alimentos, generando una huella ecológica positiva. Por otro lado, el estadio Mercedes Benz posee un programa de estudios llamado STEAM para estudios de ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas. En fin, que cuando queremos hacer las cosas bien… las hacemos.
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