Belén Rueda vuelve a bordar uno de esos personajes hechos a su medida. ‘El cuaderno de Sara’, en eso hay unanimidad de todos los implicados en el proyecto, ha supuesto un viaje emocional sin precedentes. Y no solo porque los personajes de la historia se trasladen hacia el corazón de una África dura, violenta y bella, sino porque esta travesía les permitió tomar consciencia de una realidad que a menudo ignoramos interesadamente desde el primer mundo.
Eso es precisamente lo que le ocurre a Laura, el personaje que interpreta Belén. Lo que en principio comienza como una búsqueda desesperada de su hermana Sara (Marian Álvarez), poco a poco se transforma en un viaje interior en busca de su propia existencia. Por el camino encontrará todo tipo de aventuras y dificultades, y descubrirá las dos caras de un continente tan hermoso como brutal.
Sinopsis: Desde hace años, Laura busca a su hermana Sara, desaparecida en medio de la selva del Congo. Ni en la ONG para la que trabaja ni en la embajada tienen noticias de su paradero, hasta que aparece una foto de Sara en un poblado minero del este del país africano. Laura decide viajar a Kampala para, desde allí, iniciar un peligroso viaje al corazón de África, un territorio dominado por los señores de la guerra. Una aventura que la llevará hasta la más sucia, violenta y oculta trastienda de los poderes occidentales.
El cine es un viaje que empieza cuando se apagan las luces. En el caso de ‘El Cuaderno de Sara’ supone también un viaje a una de las zonas más hermosas, pobres y peligrosas del mundo, la zona de Virunga de la RD Congo, donde todavía hoy se cometen auténticas atrocidades bajo la indiferencia del mundo occidental. Pero también allí se viven historias extraordinarias: hay grupos de cooperantes que entregan su vida en busca de una mayor justicia, para construir puentes en un mundo que debería estar cada vez mejor conectado.
El reto de esta película era contar la historia desde la verdad. No limitarse a reproducir las situaciones, sino encontrarlas allí donde verdaderamente estuvieran ocurriendo. Por ello, desde los primeros viajes de documentación, África se convirtió en un protagonista central de la aventura.
Después de recorrer la RD Congo, Ruanda, Tanzania y de explorar Guinea, Senegal y todo el corazón del África Central, se decidió rodar la película en la República de Uganda, donde no existe una verdadera tradición cinematográrica a pesar de que John Huston hubiera filmado allí gran parte de “La Reina de África”. Fue un desafío pero, al final, todos sus protagonistas coinciden que ha merecido la pena.
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