Jordi Galcerán, autor de ‘El método Grönholm’, ha estrenado en Barcelona su comedia ‘FitzRoy‘. Un texto que hace referencia a la montaña de la Patagonia que escalan cuatro aguerridas deportistas y amigas íntimas, que se verán asaltadas por un par de incidencias de tipo sentimental y de salud, que pueden hacerlas retroceder en su proyecto.
El escenario escogido para el estreno de FitzRoy ha sido el del teatro Borrás de Barcelona. Hasta allí llega esta comedia en la que la sonrisa preside el espacio escénico desde el inicio. Momento en el que las cuatro protagonistas deben detenerse a causa del mal tiempo y cuando les faltan pocos metros para alcanzar su objetivo.
Este no es otro que coronar la montaña de 3.850 metros que da nombre al capitán y meteorólogo FitzRoy, también conocida como Chaltén. Situada en la Patagonia, entre Chile y Argentina, está considerada como una de las más difíciles de escalar del mundo. Y a ello se entregan cuatro aventureras super expertas en el medio y que además son íntimas amigas.
La obra se desarrolla en un escenario único, un alto en el camino con las características suficientes para que les sirva de refugio mientras esperan que el tiempo mejore. En este intervalo imprevisto e indefinido a priori cuentan con una radio como contacto con el mundo, a cuyo frente está la pareja de una de las cuatro mujeres, que enferma de repente durante este reposo forzado.
Al mismo tiempo, mientras deciden quién debe volver al campamento base para acompañar a la enferma, pasan el tiempo entre la construcción de historias formadas por palabras que van añadiendo cada una de las cuatro de modo independiente. Entre tanto surge una tan compleja como primigénita historia de amor, cuyo nudo no vamos a desvelar, aunque es fácil de deducir.
Todo conforma el nudo de una comedia naturalista cuya habilidad estriba, y eso es un éxito, en la facilidad de composición de unos diálogos tan frescos como lógicos y aun simpáticos cuando la situación deviene dramática en algún momento ocasional.
Las cuatro aventureras verán cómo sus emociones se ven alteradas pero nunca destruidas, limadas pero no rotas, desveladas aunque no tanto. Porque las realidades que van descubriendo en el agreste paisaje no parecen sorprender a ninguna de ellas.
Con el naturalismo por bandera, Sergi Belbel dirige a cuatro soberbias actrices. Miriam Iscla, Sara Espígul, Silvia Bel y Natalia Sánchez, que derrochan verdad por los cuatro costados. Todas orillan siempre los límites de la realidad en esa espera del buen tiempo en una hora indeterminada que podría ser la de un temprano anochecer todo en un marco al estilo de las antiguas diapositivas que encierran el tiempo en un frasco de cristal invisible por el que se mueven las, más o menos amigas, según avanza la acción.
Bienvenida esta nueva obra de Galcerán, reflejo de cualquier página y de cualquier vida. Esa que con habilidad puede estar en las paredes de un despacho para seleccionar personal (El método Grönholm), en las de un banco para la solicitud de un préstamo (El crédito) o en el exterior en una noche como la que aquí nos ocupa. Un espacio diseñado por Josep Iglesias y Mónica Glaenzel e iluminado con acierto por Kiko Planas, siempre siguiendo unas coordenadas naturalistas… Reales como la vida misma.
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