En momentos complejos como los que estamos viviendo, ver imágenes bonitas, sugerentes, divertidas y llenas de detalles se hace imprescindible. Instantáneas que te hagan viajar, recordar, planificar un futuro un viaje, una experiencia, una sensación… merece la pena. Y la serie Emily in Paris te ofrece todo eso.
Es fácil, sencilla y no tiene más de 10 episodios de máximo 30 minutos. Por todo esto se convierte en el reclamo perfecto para que París se llene de apasionados de las redes sociales y la fotografía cuando la pandemia nos deje.
Es una fantasía visual, casi la mejor campaña de turismo que la capital francesa puede tener. Una mezcla de Gossip Girl o El Diablo viste de Prada, lenguaje de otras series, hay un guiño de GG en el capítulo seis que casi te hará aplaudir. Su relación con el mundo de la moda real, al menos en parte, es verídico. Como la inspiración o copia a los diseños de Viktor & Rolf de su último desfile, el vestido de alta costura de Stephane Rolland, o los looks de la jefa francesa de la protagonista, de Yohji Yamamoto y Rick Owens.
Si hay que quedarse con un momento ópera de la alta costura, tal vez las nuevas generaciones elijan el simbolismo de esta nueva serie en lugar del desmayo y comida rápida de Carrie Bradshaw y el ruso.
Su creador, Darren Star, sí el de Sensación de Vivir, tal vez quiera con este cuento de hadas, o de princesas, añadir un toque más allá a Sex & the City o Melrose Place, porque todo parece mezclarse. Eso sí, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Pero, ¿quién quiere realidad ahora? Soñemos.
Soñemos con París, con amantes, con gastronomía, con vino, con amigas en un parque, con exposiciones de arte, hoteles de lujo, perfumes imposibles, con champagne en Champagne… Una serie que tiene casi los mismos detractores de los looks de la protagonista que visualizaciones en Netflix. Su estilista es un rostro conocido en las series más fashion, Patricia Field, aunque en esta ocasión se esperaba más.
La historia va de una joven publicista americana que acepta el cargo en una filial de París. El resto ya sabes, amores, trabajo ideal, amigas, sólo llueve en un episodio… Fantasía, os lo he dicho. Pero en estos momentos, necesaria para soñar con viajar.
“¿Quién quiere ir a San Bartolomé cuando puede escaparse un fin de semana a Disneyland?”
“Mi marido es un amante excepcional pero tan inútil como un excedente de uvas”.
“Qué hacíamos los franceses cuando caían las bombas en la IIGM, hacíamos el amor”. ¿Será Emily tan francesa?
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