La historia de Rusia muestra enormes contrastes. Baste conocer que durante la Revolución Bolchevique de 1917 se masacraron un montón de iglesias. Por ejemplo, en el centro de San Petersburgo está la catedral de Kazán, que fue convertida en el centro Mundial del Ateísmo. Caído el régimen comunista, dicha catedral se habilitó de nuevo al culto y, además, se estableció en ella el Museo de la Historia de las Religiones.
De manera similar en 1931 el poder soviético procedió a dinamitar la catedral de Cristo Salvador. Puso en su lugar el Palacio de los Soviets que al final no se llevó a cabo. Un poco más tarde se construyeron allí unas enormes piscinas al aire libre que también fueron demolidas para volver a poner la iglesia del Cristo Salvador, emblema del esplendor ortodoxo que se ha revivido, sobre todo, con Vladimir Putin en el poder.
Enfrente de esta imponente catedral se construyó la llamada Casa del Gobierno. Un enorme edificio dónde vivieron, en excelentes condiciones y durante varios años la élite soviética y sus familias. Yuri Slezkine ha escrito el muy recomendable libro La Casa Eterna (Editorial Acantilado) dedicado a sus habitantes y como ejemplo del ascenso, la caída y el asesinato del gran parte de ellos dentro de las purgas estalinistas.
Otro contraste lo encontramos en el centro de Moscú, en un inmenso centro comercial brillantemente restaurado en 2015. Está dedicado a los juguetes, a pocos metros de la cárcel edificio de Lubyanka, que es la sede de la desaparecida KGB. Allí donde se produjeron gran parte de los crímenes perpetrados con los habitantes de la Casa Eterna y decenas de miles de inocentes más.
Por otro lado, es lamentable que la asociación sin ánimo de lucro Memorial, que se dedicaba a investigar a los desaparecidos en el terror estalinista, haya sido ilegalizada. La administración de Putin aduce que sus trabajos pretendían dar una imagen negativa y sesgada de lo que fue la Unión Soviética.
Desde luego existen muchos testimonios de lo que fue el terror soviético sobre todo en la época de Stalin, desde el propio premio Nobel Aleksandr Solzhenitsyn con su Archipiélago Gulag u otros libros como el comentado La Casa Eterna. Aparte del montón de testimonios que recogía Memorial, aunque es cierto que la cantidad de imágenes es muy limitada y resulta complicado obtener fotografías del terror ejercido en la Lubyanka.
No obstante parece prácticamente imposible blanquear la imagen del estalinismo cuyas purgas mataron o condenaron a penas tremendas en lugares inhóspitos a tantísimas víctimas condenadas sin pruebas de ser “enemigos del pueblo”. Creo que es muy recomendable la visita a los lugares que figuran en este artículo así como la lectura de los libros indicados.
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