Festival FLORA viste a Córdoba de flores

Ocho maestros del diseño floral internacional traídos por Festival FLORA son los culpables de que la gente haga fila en los patios institucionales del Ayuntamiento de Córdoba.

Llegamos el día de la lluvia. Desde la azotea del hotel Balcón de Córdoba veía, con mi marido, caer agujas de agua sobre la Mezquita iluminada. Mientras, al fondo, de tierra a cielo, barrios salpicados resplandecían con la furia eléctrica. Hasta poco antes, los calores que azotaron la ciudad califal entrado el otoño eran la preocupación de los organizadores de Festival FLORA. La lluvia tuvo un efecto ambivalente: las flores en macetas cobraron vida, mientras otros socorridos con plásticos cubrieron sus instalaciones.

La vieja gitana con su falsete mendicante volvió a sentarse en los peldaños de las callejuelas. Los gazpachos y salmorejos llenaron copas y cuencos en los bares. Los vestiditos de bailaoras de flamenco a 10 euros salían como el pan caliente. Pocos guías estaban enterados de la explosión floral que se tramaba, pero el viernes la noticia corrió de boca en boca y, durante el fin de semana, los visitantes a los patios institucionales superaron los 80.000. 

Los ganadores Natasha Lisitsa y Daniel Schultz (EEUU) en la Posada del Potro. Foto: Jürgen Heitmann.

Desde San Francisco, Natasha Lisitsa y Daniel Schultz trajeron en sus maletas láminas de aluminio de tres tonos rojizos. Con la ayuda de becarios, los hicieron rulos que ataron con minúsculos pedazos de alambre y formaron una bata de cola. Escrupulosamente, distribuyeron bouquets con rosas de jardín inglesas de David Austin y gloriosas holandesas de Win Brouwer. Un festín de flores que potenció los maderos antiguos y las paredes encaladas de la Posada del Potro. Se llevaron el primer premio del jurado y los 60 mil euros que dispuso el magnate chino Jianping Fu, mecenas de FLORA.

Tomas de Bruyne en el patio Vimcorsa. Foto: Jürgen Heitmann

Quienes conocen a Tomas de Bruyne saben de su ingenio y maestría. Maneja las tendencias como nadie (es más, las crea) y sus admiradores lo adoran como una estrella de Hollywood. Cuando tuvo su proyecto, llamó a su amigo Paco y en 24 horas tenían a 20 floristas a su disposición trabajando gratis. La filigrana cordobesa fue su inspiración, aunque el paquete con papel de dibujos trazados a láser que venía de la India se perdió al llegar a España. Por eso, la víspera por la tarde salieron a por rollos de encaje y con ellos vistieron sus árboles tipo avatar. Sin embargo, lo que más gustó fue su nube de mariposas y crisantemos suspendidos en floreros minúsculos. «Soy un ilusionista, un mago», me dijo. Definitivamente. Se llevó un clavel de la joyería Gold & Roses y 40.000 euros que no sabe en qué gastar.

Wona Bae y Charlie Lawler trabajaron en el Palacio de Orive. Foto: Jürgen Heitmann.

En el parque, los representantes de Australia, Wona Bae y Charlie Lawler de Loose Leaf, practicaron su discurso de presentación para el jurado. Ellos de pie con su cuaderno de tapas de madera y sentados en un banco, los becarios de FLORA que los asistieron durante el evento. Las palabras de Daniel Ost, sabias, cayeron como un balde de agua fría. Su instalación, dijo, «se podía apreciar solo desde dos ángulos y las macetas que colgaban del segundo piso habían sido ignoradas». Pero fue el mismo Daniel quien les dio el tercer premio (y 20 mil euros) por llevar un solo material al extremo, las esparragueras, y por su cautivadora sencillez. Con ese verde tan corriente (en los años 50 no había bouquet sin ese acompañamiento), hicieron del patio del Palacio de Orive un santuario contemporáneo.

Quedó en el tintero el patio de Isabel Marías (en portada). Su paraíso onírico envuelto en una campana de cristal, sus plantas fluorescentes, árboles huesudos con hortensias fucsias, legajos de delphiniums violetas que lloran, la cascada de agua azul. Isabel, con un equipo entregado, estuvo hasta las 4 de la mañana trabajando el día inaugural. Por narrar un detalle: montar la estructura de poliespan significó cortarla en pedazos que cupieran por la puerta del patio. Esta diseñadora ya forma parte del grupo de los grandes.

Los mexicanos Alberto Arango y Ramiro Guerrero actuaron en el Archivo Municipal. Foto: Jürgen Heitmann.

Por los ocho patios del Ayuntamiento de Córdoba no cesa el constante deambular de moros y cristianos. Muchas de las flores de Alberto Arango y Ramiro Guerrero no las han visto en su vida. Y qué decir del planteamiento intelectual de una vasija arqueológica de Patrick Nadeau; la calma del bosque de Alfie Lin con su orquídeas-mariposas en la que uno se sumerge al sentarse en un tronco musgoso o el juego de columnas de espejos y begonias con las plumas de un ave del paraíso inubicable de Robert Hornsby.

Los espejos del inglés Robert Hornsby de In Water Flowers. Foto: Jürgen Heitmann.

Cada espacio genera emoción, confusión y admiración. La belleza del arte efímero de las flores transmitido con genio por diseñadores de idiosincrasias lejanas, enamora. Festival FLORA marca la historia de España y pone en el mapa mundial a la ciudad de Córdoba. Todo gracias al ‘capricho’ del empresario chino Jianping Fu de hoteles Zizai y su pasión por las flores, que prometió perdurará una centuria. ¡Imposible perdérselo!

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