Un retiro floral irrepetible
Katie Davis es 'grosera' porque las flores que utiliza son 'groseramente plenas'. No inscribirse en su taller de flores es un completo error.
Cae aguanieve sobre el pedregal mientras una cortina de luz hace brillar los cristales de la casa St. Giles en Wimborne, Dorset. La naturaleza continúa confusa con una granizada solo para abrir los cielos al caer la tarde. Si la vista del parque y el bosque embelesa, el interior no es menos espectacular. La casa construida a mediados del siglo XVII, conserva una biblioteca con incunables, amplios salones con muebles de época ajados, numerosos cuadros y un comedor con ladrillo y el esqueleto del techo a la vista.
Katie Davis, dueña de Ponderosa & Thyme, está en el salón de los tapices, con diez floristas y fotógrafos (además de su numeroso ‘staff’) llegados desde Australia, Letonia, Eslovaquia, Portugal, Inglaterra, Francia, Estados Unidos y Chile.
Luego de las presentaciones, explica la dinámica de los próximos días: sesiones privadas de 30 minutos al desayuno para exponer inquietudes y proyectos, salidas al bosque para cortar follaje, demostración de su método de diseño, manos a la obra y por la noche, discusiones sobre la floristería como un arte.
Lord y Lady Shaftesbury entran un momento a saludar. Nicholas Ashley-Cooper hará una presentación sobre la historia de la casa, donde el filósofo John Locke vivió durante 22 años como médico, secretario personal y operador político del primer conde Anthony Ashley-Cooper. Y terminará con su propia historia: en 2005 vivía en Nueva York y trabajaba como pinchadiscos, cuando debido a trágicas circunstancias hereda el título (encontraron el cuerpo de su padre asesinado por su tercera mujer y cuñado en los Alpes franceses; después sobrevino la muerte de su hermano mayor de un ataque al corazón a los 27 años).
Tras su matrimonio con Dinah Streifeneder, cirujano veterinario, con quien tiene dos hijos, iniciaron la reforma de la casa que estuvo 60 años abandonada y en grave estado de conservación. El trabajo realizado les ha valido varios premios y su puesta en valor como centro de eventos, entre otras acciones.
Nuestro lugar de trabajo sería la biblioteca. Si ya sentíamos que era un lujo poder caminar por esas estancias y disfrutar del menú familiar (preparado sin gluten), imponía diseñar en un espacio tan cargado de historia. Cuando entramos la primera mañana, el perfume de las flores era embriagante.
Había baldes de tulipanes grandes y pequeños, lilas blancas, rosas y lilas (valga la redundancia), olorosos narcisos blancos, amapolas con sus pétalos arrugados, heliabores café, jacintos que rayaban en el fucsia, delicados muscaris azules, estilizadas clematis violetas, fritilarias imperiales, lupinos y mini rosas entre otras flores; y verdes como polyganotum, también conocido como el sello de Salomón, mirto, pitósporo, además de nuestro cargamento de ramas traídas del bosque.
En un momento en que cada uno batallaba tratando de aplicar la nueva disposición para diseñar, Katie nos obligó a parar, cerrar los ojos, volar con el pensamiento a aquel lugar relajado que cada uno tiene como refugio y agradecer por poder respirar, por ese momento. Es que ella tiene la autoridad para dominar una sala de creativos. La sensibilidad y la receptividad es parte de su piel. La belleza salvaje de su cabello rojo encuentra la calma en sus vivos ojos celestes.
Nada se le escapa. Y cuando salen palabras de su boca delineada en dos tonos más oscuros que su pelo, su crítica es siempre activa: añade una nota de color aquí, continúa la línea del ramo por allá. Desarma su propio arreglo para entregarte la flor que precisas, escucha atentamente cuando le hablas y puede pasar horas en el suelo enseñándote a poner unas hojas en caligrafía, retazos de seda, un anillo de compromiso y unos huevos de codorniz junto a tu ramo para una sesión de estilismo.
El penúltimo día Rona Wheeldon, fundadora del mejor blog de flores del mundo Flowerona, apareció en St. Giles. Delicada y suave de trato, se colocó en un segundo plano como observadora. Ella quería conocer a esta diseñadora venida de Portland, Oregón, hasta ese rincón de su Inglaterra natal y ver su modo de trabajo. Y de paso lo posteó en Snapchat, el último reducto de las redes sociales donde los floristas han eclosionado.
La sesión de fotos empezó con la modelo Maisy Taylor rodeando los arreglos para la mesa antes de soportar estoica la nieve como alba novia cerca de las caballerizas. Maria Lamb cambiaba un rollo detrás del otro con su cámara Contax 645.
Por la noche fue nuestra cena de despedida, con el dueño de casa trayendo las bandejas a la mesa junto a su mayordomo. Era imposible no sentir nostalgia por lo que sabíamos estaba a punto de terminar: la experiencia de un retiro floral irrepetible.