Dos de los nombres más antiguos de la artesanía británica, la alta joyería de Boodles y la exquisita carrocería y diseño de Mulliner, han unido fuerzas para crear un Bentley Continental GTC único. Diamantes, oro blanco, bordados artesanales y piedra natural son solo algunos de los ingredientes de esta nueva joya, el Boodles Continental GTC.
Esta alianza comenzó cuando un equipo creativo de los célebres joyeros visitó los talleres de Mulliner, la división de carrocería y personalización de Bentley. Juntos idearon un diseño que presentaba una paleta de colores discreta, materiales raros y detalles artesanales intrincados. El equipo consideró que un interior tan impresionante merecía ser visto a la luz del sol, lo que convirtió al Continental GTC de Bentley en la elección ideal para esta transformación.
Así dieron vida a este one off con el acabado exterior antracita y el techo de tela gris claro que acentúan las líneas esbeltas del modelo. Un diseño que, además, da algunas pistas de los que se espera en el interior gracias a una raya diplomática en el característico color rosa polvo de Boodles, que traza una línea alrededor del borde del alerón delantero, los umbrales y el alerón trasero.
Pero lo más especial de este Bentley está en su interior. Un auténtico joyero lleno de materiales preciosos que se han mezclado para crear una verdadera obra maestra de artesanía. De nuevo los colores neutros, como el gris y el lino son los protagonistas. Se le suman detalles en rosa empolvado de Boodles en la pestaña del volante, los bolsillos interiores de las puertas, o para el punto de cruz hecho a mano que traza el contorno de los asientos. También en el tablero, la consola y los rieles de la cintura.
Por su parte, los paneles de las puertas y los respaldos superiores de los asientos cuentan con un patrón repetido de costura invisible del motivo entrelazado Be Boodles. Éste requirió por sí solo 278.566 puntadas y seis horas de minucioso trabajo.
Pero sin duda, lo más exclusivo de este coche es el colgante Be Boodles Bentley, colocado en la consola central. Elaborado íntegramente a mano como una pieza única, presenta un par de emblemas B creados en oro blanco Single Mine Origin de 18 quilates, con diamantes engastados en forma de espejo, que imitan las líneas curvas del encaje antiguo.
Además, en lugares donde habitualmente hay madera, como el salpicadero y los rieles de la cintura de las puertas, hay piedras naturales. En concreto, se trata de paneles de tan solo una décima de milímetro de espesor creados a partir de piedra natural formada hace más de 200 millones de años.
Las aletas centrales de las salidas de aire están pintadas en rosa polvo, lo que les permite alinearse perfectamente con la raya diplomática de la fascia. Mientras que los pomos que controlan los aireadores están chapados en oro de 24 quilates. En definitiva, un coche que más que en un garaje debería estar en un joyero.
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