Para conmemorar la increíble hazaña llevada a cabo por el capitán John Alcock y el teniente Arthur Brown, Rolls Royce ha creado el Wraith Eagle VIII. Hace 100 años estos dos protagonistas viajaron bordo de un bombardero Vickers Vimy modificado de la primera Guerra Mundial, que estaba propulsado por dos motores Rolls Royce Eagle VIII de 20,3 litros y 355CV, consiguiendo hacer sin escalas, en junio de 1919, el primer vuelo trasatlántico, partiendo desde Sanjuan de Terranova a Clifden (Irlanda).
Sir Winston Churchill, fue una de las celebridades que apunto: “No sé qué deberíamos admirar más: si su audacia, su determinación, su habilidad, su ciencia, su avión, sus motores Rolls-Royce, o su buena suerte”, en relación a este intrépido viaje, que se convirtió en leyenda. Esta hazaña llevó a esos dos pilotos a ganarse un lugar en el club más selecto del mundo al conseguir un récord, unido al hecho de que pudieron viajar gracias, en parte, a la potencia de los motores Rolls Royce de su biplano.
El dúo tuvo que afrontar todos los desafíos posibles que un aviador podría encontrarse, siendo los motores Rolls-Royce Eagle VIII la clave, ya que consiguieron llevar a cabo este vuelo a velocidades inimaginables anteriormente, con una media de 185 km/h. Los instrumentos de radio y navegación fallaron casi de inmediato, lo que dejó a los pilotos volando sin ayuda por la noche, atravesando densas nubes y niebla helada durante muchas horas, volando incluso abajo
Torsten Müller-Ötvös, director ejecutivo de Rolls-Royce Motor Cars, indicaba: “Wraith Eagle VIII es a la vez un objeto de deseo; un homenaje a los héroes y un protagonista para los visionarios de hoy. Esta colección de Rolls-Royce pone de manifiesto las extraordinarias capacidades de nuestro Bespoke Collective de The Home of Rolls-Royce en Goodwood, West Sussex (Reino Unido). Bespoke sigue siendo la joya de la corona de la marca, creando artículos de lujo que desafían la moda de los fabricantes de lujo en masa que utilizan opciones de ‘marcar casilla’ para responder a la demanda de los clientes”.
El exterior del Wraith Eagle VIII Collection Car evoca la fascinante aventura nocturna de Alcock y Brown, así pues, encontramos dos tonos grises separados por una línea de latón, dando una pista de lo que podemos encontrar en el habitáculo. Las paletas negras de rejilla son una referencia inmediata al carenado del motor Rolls-Royce Eagle VIII del avión Vickers Vimy, y las llantas están pulidas parcialmente con un acabado de sombra translúcido.
El interior, encontramos un reflejo de la tonalidad exterior, que conjuga a la perfección, con los detalles en color Gris Selby y el cuero negro acentuado con detalles en latón. Esto también podemos encontrar en las cubiertas de los altavoces, que representan la distancia de vuelo estimada de 3.025 km y los monogramas RR que están bordados en hilos del mismo color en los reposacabezas. Un destello de latón complementa los paneles de la puerta del copiloto, mientras que la puerta del conductor incluye una placa de latón con la cita de Churchill en la que se elogia el extraordinario logro de esta hazaña.
El salpicadero, es una obra de arte, ejecutada por verdaderos artesanos, donde encontramos incrustaciones de oro, plata y cobre en los paneles de Eucalipto Ahumado, que representan el gran detalle que se ve en imágenes nocturnas de la Tierra desde cielo. Esta escena, se extiende a lo largo de la consola central y, proporciona una experiencia emotiva e inmersiva para los ocupantes.
El reloj de un Rolls-Royce suele considerarse una joya; muchos clientes eligen este lienzo para contar la historia de su automóvil en miniatura, y en el Wraith Eagle VIII no es una excepción. Nuestros intrépidos pioneros contaron que su cuadro de mandos se congeló debido a la gran altitud y las malas condiciones, en referencia a la única iluminación proveniente del brillo verde de la iluminación del panel de control y la explosión de la llama del motor de estribor.
En homenaje a esto, el Bespoke Collective de Rolls-Royce ha fabricado con maestría un reloj con un efecto de fondo helado que brilla con un verde tenue en condiciones de conducción nocturna. La manecilla roja de la hora queda sobre líneas inspiradas en una brújula en la esfera del reloj, mientras que debajo están grabadas las coordenadas de la ubicación de aterrizaje.
Quizá, la característica más atractiva de la colección sea el extraordinario y exclusivo cielo estrellado, formado por 1,183 luces LED que muestran la disposición del cielo en el momento del vuelo en 1919. La trayectoria del vuelo y las constelaciones están bordadas con hilo de latón, mientras que el momento exacto en que la pareja se elevó sobre la nube para surcar el cielo lo indica una luz roja de fibra óptica. Las nubes están bordadas y hay una placa grabada: “La disposición del cielo a mitad de camino 00.17, 15 de junio de 1919, 50″ 07’ Latitud Norte – 31″ Longitud Oeste” muestra el punto medio del trascendental viaje.
* Redactado por: Miguel Angel Solá
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