La mayoría de las redes WiFi públicas no requiere una autenticación para su utilización. Por este motivo, un hacker que utilice la misma red que nosotros para conectarse podría acceder a la información no cifrada que compartamos o incluso a la que esté almacenada en nuestro equipo. En otras palabras, podría observar y comprender sin cortapisas lo que hacemos desde nuestro dispositivo.
El tipo de información que se podría ver comprometida abarca correos electrónicos importantes, información financiera e incluso las credenciales que se utilizan para acceder a la red de una empresa. Esto permite a quien la intercepta suplantar posteriormente la identidad del propietario para entrar en distintos sistemas.
En cualquier caso, el peligro de acceder a una red WiFi no segura no solo tiene que ver con un posible robo de datos. También expone el dispositivo que conectemos a recibir malware. Por ejemplo, Kaspersky explica que algunos crackers consiguen piratear el punto de conexión para que aparezca en la pantalla una ventana de actualización de un conocido programa cuando el usuario se está conectando. Al hacer clic en la ventana, el malware comienza a funcionar.