¿Hacer la cama desde el tren?

Si hacemos un ejercicio de memoria (por muy millennials que seamos), recordaremos a nuestros abuelos controlando cada aspecto de la casa. ¿Os acordáis del butano? Sin la bombona naranja no se podía cocinar. ¿Y el agua caliente? Todo dependía del butanero, que tanto que hablar ha dado. Hoy en día contamos con sistemas eléctricos que nos permiten cocinar y ducharnos con un clic pero que necesitan nuestra presencia para funcionar: si no enciendes el horno, no calienta.

Pues bien, Internet hace que la cosa cambie un poco. Hoy en día algunos privilegiados que viven en urbanizaciones de grandes parcelas: Berverlly Hills o La Finca, ya cuentan con domótica en sus casas. ¿Domótica? ¿Y esto qué es?

Se define como la integración tecnológica del hogar: casas inteligentes. Viviendas y edificios que se controlan de manera remota, segura y eficiente. ¿Imaginas irte de vacaciones y acordarte que dejaste encendido el aire acondicionado? No ‘problem’: lo soluciono desde el móvil. Me conecto y apago el aire estando en la playa, en Los Ángeles o en Tombuctú.

¿Y esto cómo llega? Gracias al Internet de las cosas. La integración electrónica de los elementos que conforman nuestra realidad nos conectará con objetos que hasta ahora eran inertes. ¡Nuestra silla tiene ‘vida’! Seguramente la de Victoria Beckham ya la tenga. ¡Podremos hacer la cama desde el tren! Estar conectados con nuestros objetos significa domótica. Y domótica significa lujo.

Hace unos días se ha desarrollado en la Fira de Barcelona un congreso sobre el Internet de las cosas por el que han pasado Amazon, IBM o Intel. Dicen que nuestra pared será un altavoz desde donde hablaremos y veremos la tele. Ver el derbi en la pared de salón. ¿Te imaginas? Dale un par de años.

No resulta raro creer que el señor Bezos vaya bien encaminado al imaginar que el comercio electrónico acabará distribuyéndose con drones: que falte tomate para hacer una salsa; entra en Amazon. Un dron te lo traerá en menos de 15 minutos. Es el futuro señores.