Acaban de cumplirse 50 años de la llegada del ser humano a la Luna. Medio siglo de la última gran aventura colonizadora, la conquista de nuestro planeta estaba completa y había que llegar más lejos, mucho más lejos para seguir explorando. Rusos y norteamericanos ya merodeaban por nuestra estratosfera pero había que intentar ir más allá. La Guerra Fría también se disputaba en el espacio. La promesa la verbalizó J. F. Kennedy a comienzos de los años 60 y se materializó poco antes de llegar a los 70.
Echando la vista atrás es un verdadero asombro lo que la NASA consiguió. La tecnología que desarrollaron para semejante reto hoy nos parece algo más parecido a piedras y palos que a algo capaz de llevar a un diminuto grupo de personas hasta ese punto blanco que refleja la luz solar e ilumina nuestra noches. Hace 50 años se consiguió llegar allí, pero el desafío audiovisual comenzó un poco antes. La marca de cámaras elegida para enseñarle al resto de la humanidad donde se había llegado fue Hasselblad.
Cámaras con una calidad increíble y con unos mecanismos internos que posibilitaban su funcionamiento en el espacio. El modelo fue el Hasselblad 500 EL, las ópticas corrían a cargo de Zeiss y la película con una sensibilidad especial para las condiciones lunares la puso Kodak. Las fotos son Historia de la humanidad.
Los astronautas no tenían un visor al uso como cualquier otra cámara. Seguían unas pequeñas guías para encuadrar y fotografiar de la mejor manera posible. Hasselblad mantiene una página con el manual que siguieron los astronautas. Algunas de sus recomendaciones también son interesantes para todos aquellos que no hemos sido selenitas por un rato. Hasselblad ha presentado un nuevo, y exclusivo, modelo aniversario, el Hasselblad 907X. Su precio rondará los 8000€ y equipará un sensor de 50 megapíxeles. En un lateral podremos ver un mensaje que solo este fabricante puede exhibir: En la Luna desde 1969.
Una última curiosidad, las doce cámaras que se utilizaron sobre la superficie lunar nunca volvieron a nuestro planeta. Cualquier miligramo, cualquier ahorro de peso, era bienvenido para evitar sobreesfuerzos al motor encargado del despegue del módulo espacial. Los astronautas recuperaron las películas fotográficas, tras ello las cámaras y los objetivos utilizados se quedaron sobre el Mar de la Tranquilidad. Había nacido el primer vertedero tecnológico en nuestro satélite, y allí sigue.
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