No hay duda de que, igual que cada casa dice mucho de quien la habita, cada hotel tiene la capacidad de generar unas determinadas sensaciones en el huésped. Esas que le harán sentirse en él «mejor que en casa» y que le harán repetir (o no) la experiencia. Desde luego, los hoteles de cinco estrellas tienen implícito un halo de elegancia, comodidad y tranquilidad a prueba de bombas. Pero no cabe duda de que no hay dos iguales. El Savoy Palace de Funchal tiene, además de todo lo anterior, la capacidad de trasladar las bondades de la exuberante naturaleza de Madeira a quien se aloja en él. Algo único que sumerge al huésped en un recorrido único por los cuatro elementos de la Tierra.
Empezaremos por el aire. El aire limpio que se respira en la isla y que entra a bocanadas en cada una de sus preciosas habitaciones con terraza. Aire que también sacude los restaurantes y bares de exterior (a pie de suelo o casi tocando el cielo) y el que llega desde la montaña de Funchal, de cuyas vistas disfrutan muchas de sus habitaciones.
Aire también el que entra en los pulmones de los huéspedes. En los que hacen deporte en su gimnasio, los que disfrutan de actividades al aire libre como el yoga o los que se entregan al descanso en cualquier rincón.
No hay duda de que la tierra como elemento es uno de los pilares fundamentales de Savoy Palace. La exquisita decoración de sus estancias, en tonos claros, es una alegoría al entorno y la riqueza natural de la isla. Amarillos, marrones, grises y verdes se mezclan con ocres y dorados que evocan el atardecer, o los bosques y caminos previamente recorridos para llegar al hotel.
Esos rebosantes de vegetación, como la de las jardineras que cubren con elegancia los huecos de los ascensores; las palmeras que rodean la piscina; los infinitos detalles naturales de sus espacios o la de productos de la tierra presentes en sus restaurantes.
Y si hablamos de gastronomía, el fuego es el hilo conductor de uno de sus muchos restaurantes, Pau de Lume (palo de fuego). En él se mezclan los sabores de Madeira con otros internacionales que, sobre las brasas, adquieren un nivel superior.
Así, el fuego también es el máximo exponente de su propuesta gastro más vanguardista y sostenible. Hablamos de la que ofrece otro de sus restaurantes, el Terreiro, con su nuevo concepto Fire Pit (pozo de fuego).
Se trata de un exclusivo show cooking que cada noche se sirve solo para 25 comensales. Estos comparten mesa y conversación al tiempo que disfrutan en directo del calor de las brasas y del placer de la cocina tranquila, la que genera emociones y se elabora con producto de cercanía.
Para terminar, quizás el elemento más presente en Savoy Palace sea el agua. La del océano que se ve desde la mayoría de sus habitaciones; la de sus dos infinity pools (una only adults) de su planta 17; la de las piscinas privadas de sus suites más especiales; y la de su gran piscina principal.
Pero no solo. Porque el agua es también uno de los puntos fundamentales de su exquisito Laurea Spa, el más grande de Portugal.
Inspirado en la Laurisilva de la isla, su amplia zona termal reproduce uno de sus principales reclamos acuáticos, la cascada de Calderão Verde. Además, todos sus servicios y rincones priorizan las bondades del agua como elemento terapéutico y de relajación sin dejar de lado la historia.
Después de lo expuesto, a nadie le quedará duda de que cualquier estancia en Savoy Palace es mucho más que eso. Es un recorrido redondo, con un servicio de lujo, en el que todo empieza y acaba en la naturaleza. La que nos lo da todo, la que nos inspira y a la que debemos cuidar por encima de todo.
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