En la gran mayoría de las grandes urbes del planeta el metro sigue siendo la forma más rápida y segura para moverse de punta a punta. Y sigue siendo el medio preferido por los turistas para desplazarse. Por su comodidad y rapidez, con estaciones cercanas a los principales atractivos turísticos, el metro asume protagonismo entre los visitantes nada más aterrizar. Mil días ha estado cerrada la estación de Gran Vía, en Madrid. Tiempo en el que los turistas han echado de menos una de las estaciones más céntricas y transitadas de la ciudad.
Tras su inauguración ayer, 15 de julio, a buen seguro se convertirá en uno de los lugares más fotografiados de la ciudad. Sobre todo el recuperado templete que corona ahora la parada en su exterior. Éste rememora el que diseñó el arquitecto Antonio Palacios para una de las primeras ocho estaciones con las que contó Metro de Madrid en su inauguración en octubre de 1919, a cargo del Rey Alfonso XIII.
Ubicado entre las calles Montera y Gran Vía, reproduce de la manera más fiel posible la solución original que Antonio Palacios proyectó para acoger el punto de acceso a la antigua estación. De aquella poco queda sin embargo. Tras una inversión de 10,7 millones de euros, se ha realizado un cambio radical en la arquitectura de la estación. Cuenta con un eje vertical para conectar los distintos niveles.
En su interior hay hasta un pequeño museo con los restos arqueológicos que han aparecido en las excavaciones. Posee cuatro ascensores, 13 escaleras mecánicas y un túnel que la une a la cercana estación de Sol.
Para muchos, el Metro de Estocolmo es uno de los más bonitos del planeta. Entre otras cosas porque tiene numerosas estaciones dignas de ver y fotografiar. Lugares donde se ha utilizado la orografía de las excavaciones para conseguir verdaderas obras de arte.
Construida en 1957, sobre sus paredes hay todo un mosaico de pinturas que la convierten en una de las más hermosas de la red.
Se han aprovechado las formas de las excavaciones, toscas y originales, para pintar sobre ellas motivos naturales en tonos azules y blancos. Un entorno que respira tranquilidad para la estación de metro más transitada de toda la ciudad.
En este breve repaso por las estaciones de metro más bonitas del planeta no debe faltar el Metro de Moscú. Sobre todo las pertenecientes a la llamada línea circular. Construidas tras la Segunda Guerra Mundial, conservan numerosos elementos arquitectónicos originales. En tres de ellas no te importará mucho perder uno o dos trenes mientras aprecias sus formas y colores. En Park Kultury se pueden apreciar hasta cinco tipos de mármol distinto. Novoslobodskaya tiene hasta 32 espectaculares vidrieras.
En Komsomolkaya regresarás al pasado con sus 68 columnas octogonales revestidas de mármol blanco y rematadas con pilastras barrocas.
El barrio español de Nápoles acoge una de las estaciones de metro más modernas de la ciudad. La urbe italiana ha hecho un esfuerzo particular en crear estaciones ligadas al arte. Y lo ha conseguido en las paradas de Garibaldi o Università. Metal, cristal y esculturas se intercalan en un espacio creado para viajar de forma rápida.
Pero en la estación de Toledo se respira creatividad hispana. Diseñada por el arquitecto Oscar Tusquets Blanca, sus tres plantas recogen obras de arte que representan aspectos de la historia, naturaleza y cultura de Nápoles.
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