Cartujano, herencia de pura raza
Raza española. Sin 'eñe' pero con 'jota'. Una jota contundente, bien pronunciada, rotunda, fuerte, con carácter. Cartujano. Pura Raza.
Las cosas no suceden por que sí. Las historias las escribe el tiempo. Las empresas nacen y mueren, las personas a veces son eternas. Imagina y el mundo será tuyo.El Rincón de Carla hoy viaja hasta la revolución industrial de finales del siglo XIX. E imaginamos. Imaginamos a un joven Antonio Fluxá viajando desde su Mallorca natal hasta North Hampton en el Reino Unido. Buscaba trabajo como tantos otros, pero no se conformaba con aquello que su rutina le ofrecía. Buscaba un futuro, seguramente incierto, pero no tenía miedo. Y por eso lo encontró.
Trabajó durante años en una fábrica mecanizada de zapatos. Ahorró y con lo ahorrado compró su propia maquinaria inglesa que llevaría a Mallorca. En Inca y junto a diez artesanos, fundó la primera fábrica mecanizada en España para calzado de hombre. Sin embargo, no pudo saborear el éxito de su pequeña empresa, Lottusse, murió pronto. Pero su coraje, de nuevo con una jota bien pronunciada, fue heredado por su hijo Lorenzo Figuerola. Hombre visionario como su padre, tenía claro que el mundo nacía más allá de Inca. Y buscó para Lottusse una dimensión internacional.
Una tercera generación sigue pisando fuerte en los años 70 y Lorenzo Fluxá Roselló (nieto) viajante como su abuelo, carismático, luchador y visionario, no se conformó con el éxito heredado y en los años 70 funda Camper, marca que pronto eleva a lo más alto del mercado internacional.
El gen dominante en la familia Fluxá vuelve a hacer de las suyas en la cuarta generacióny, en plena locura de los años ochenta, Lorenzo Fluxá Ortí, bisnieto del mestre Antonio, reivindica de nuevo la marca España. Quiere hacer en España, trabajar con los mejores artesanos y expertos en calzado de nuestro país, quiere utilizar nuestras mejores pieles, quiere lo mejor de nuestro mercado. Lo mejor de España. Las suelas, los cordones, los forros, hasta el último detalle tiene que ser perfecto. Como perfecto y español es el caballo cartujano.
La marca Cartujano nace con la esencia de lo que fue y buscó durante toda su vida el abuelo Antonio, con la herencia recibida por su padre y la innovación y tecnología de los nuevos tiempos. La excelencia de la historia de España concentrada en una marca. Una vez más, lo han conseguido: Cartujano es 100% España, tributo a nuestra artesanía y a calidad.
Desde hace dos años Cartujano vuelve a los cicloramas de los mejores medios de comunicación. Vuelve la revolución, aletargada este tiempo por compromisos empresariales fuera de lugar. La esencia que siempre estuvo ahí renace con la misma identidad, pero con más fuerza y carácter que nunca. Cartujano, la raza. Esa raza heredada y jamás desperdiciada. La creatividad convertida en pasión por un trabajo impecable.
Madrid, París, Londres y Berlín tienen ya sus propias tiendas Cartujano. El lujo español y ese homenaje a la historia familiar y a la artesanía española. De ahí que las características de cada nueva colección tengan puntos de encuentro. El albero de la plaza, el blanco cartujano, el fucsia capote. Pura esencia, pura raza.
Hombre y mujer encuentran en Cartujano accesorios impecables. La elegancia en bolsos que hablan por sí solos. Sandalias perfectas. Pieles perforadas y repujadas que nos llevan a la Alhambra, de nuevo la herencia de nuestra historia hasta el corazón del califato. El boto de campo, los zapatos de caza, la elegancia clásica del Oxford como recuerdo al abuelo que de Inglaterra trajo la elegancia más british y que ahora Cartujano aplica también en las suelas vibran, cosidas a mano con sutura goog year.
Cuatro generaciones volcadas en la artesanía, expertos en calzado y complementos. Pregunto a Lorenzo por la talla media del zapato en España. «Hemos aumentado una talla desde los años 20. Ahora para el hombre es el 42,5 y la mujer está en el 37. Hemos crecido más en altura que en talla de pie», me dice.
Datos curiosos a parte, al despedirme pienso en la cantidad de grandes empresarios que se hicieron a sí mismos, que trabajaron duro y crearon grandes empresas que luego sus descendientes dilapidaron. Las generaciones Fluxá heredaron el espíritu visionario, emprendedor y luchador del mestre, aquel joven que partió de una isla mediterránea a otra más fría y lejana. Una familia sin miedo, que cada día engrandece el patrimonio genético que les dejó Antonio Fluxá.