Comprar paisaje (II)

Podría parecer una extravagancia si no fuera por el alto coste ambiental de esos paraísos que dejan un día de serlo porque se ha construido en ellos una urbanización. ¿Es una chaladura comprar paisaje?

Fernando Gallardo. 03/09/2015
Vistas 1
La inmensa piscina de la terraza del Skypark del Hotel Marina Bay Sands en Singapur. Haz clic en la imagen para ampliar información

Cuántos hoteles alumbrados en lugares paradisíacos no sufren hoy las consecuencias del abordaje urbanizador durante los años previos a la Gran Recesión… Cuántos hoteles no habrán vendido vistas sin haberlas inscrito antes en el Registro de la Propiedad… Esa ventaja competitiva de unos destinos sobre otros, aparentemente gratuita, encontró siempre expresión en el esplendor gráfico de un folleto turístico o de una web de llamativos colores, sin más coste intrínseco que el de tener abierto un ventanuco al monte o encargar al arquitecto una piscina de horizonte infinito.

Hubo quienes, absortos en la panorámica, se creyeron en el paraíso gracias a una imagen supuestamente regalada desde el cielo. Solo que la postal ha acabado teniendo un precio: el de la recalificación de suelos por parte del alcalde de turno, urgido por dar alimento a las arcas municipales, cuando no por otros condumios más personales. Sin perder de vista los obstáculos en abordar la descentralización regional, esto es, la autonomía municipal.

Vistas 2
Terrenos recalificados en Peñíscola.

Entonces, cuando la finca de enfrente se ha recalificado y desde el suelo ha brotado una urbanización entera de adosados, es cuando sobrevienen los lamentos empresariales. “Me han robado la vista”, “me han asfixiado el negocio”, “me han rodeado el hotel de urbanizaciones, asfalto, ruidos, basuras y jeringuillas”.

Cuando esto sucede no queda otra opción que valorar convenientemente la vista y… comprarla. ¿Adquirir paisaje? Pues sí, comprar montes, bosques, lagos, ríos, cielo y tierra para que nadie le robe al hotel sus vistas, si es que el negocio vende principalmente la fibra sensible de la retina, o sea, el nervio óptico.

Vistas 3
Kris y Douglas Tompkins. Haz clic en la imagen para conocer su biografía

Chalados muy cuerdos los ha habido en este empeño, en numerosos países del mundo. Pero ninguno, quizá, como el norteamericano Douglas Tompkins, que a fuerza de dinero y mucha agudeza visual (su negocio hoy son las vistas) se ha convertido en el enemigo público número 1 de Chile, Argentina y camino lleva de serlo también del Paraguay. Multimillonario con la compañía de moda Esprit y creador de la marca North Face, el Tompkins resolvió adquirir nada menos que 550.000 hectáreas en la Patagonia, que es como decir medio país, o cortar Chile en dos, protegiendo así este vasto territorio austral de la voracidad de las industrias salmoneras (hoy arruinadas por una gestión que olía a pelotazo), los ingenios forestales (segundas filas de las empresas que operan en el Amazonas) y las hidroeléctricas, grandes multinacionales apuntadas a última hora a las fuentes renovables y entusiásticamente apoyadas por los movimientos ecologistas que sueñan con un país de molinos de viento y de embalses en detrimento de la alternativa más paisajística y eficiente energía nuclear.

Patagonia 1
Uno de los muchos paisajes «salvados» por Douglas Tompkins en la Patagonia. (Foto: Conservación Patagónica) Haz clic en la imagen para ampliar información

Tompkins lleva 20 años en la Patagonia comprando territorio para resguardarlo contra los blanqueadores de paisaje y ecófilos de las represas. Muchas de esas hectáreas, que no cabrían en el conjunto del País Vasco, las ha revertido ya al Estado chileno bajo la garantía de promover en ellas una red de parques nacionales. A pesar de lo cual, muchos chilenos recelan todavía de las loables intenciones del multimillonario neoyorquino y expresan repetidamente su asombro por el hecho de que un filántropo pueda comprar tanto bosque como para dejar a un país como Chile partido en dos. Tompkins se opone al asfaltado del territorio, y eso frena el desarrollo industrial de la Patagonia, es cierto.

Patagonia 3
Lago Cochrane. Patagonia (Foto: Conservación Patagónica) Haz clic en la imagen para ampliar información

La quijotada de comprar paisaje es incomprensible incluso para los estamentos oficiales del país andino, por más que su ordenamiento jurídico ampare la propiedad privada. La falta de una cultura de protección natural y el factor nacional —Douglas Tompkins es un extranjero— no hacen sino incrementar las reticencias a que este moderno Robin Hood del medioambiente prosiga en su empeño de obstruir la expropiación que se le quiere hacer para la construcción de una carretera litoral que una los dos fuets partidos del país.

Patagonia 2
Valle Chacabuco. (Foto: Conservación Patagónica) Haz clic en la imagen para conocer su historia

Uno de sus proyectos más aplaudidos por los turistas con sensibilidad natural ha sido la creación de un lodge de solo seis habitaciones con cubiertas de cobre, revestimientos de piedra, termopaneles de poliuretano y lana mineral, mobiliario de madera reciclada de galpones y aprovisionamiento geotérmico en Valle Chacabuco, una depauperada estancia ganadera de 78.000 hectáreas que Tompkins se dio el gusto de adquirir para “hacer negocio del paisaje”. Todo un ejemplo a seguir por los hoteleros del futuro, prevenidos contra los ediles necesitados de recursos dotacionales, ya que no hay mejor manera de preservar el medio natural que hacer negocio con él.

Patagonia 4
El lodge en el Valle Chacabuco. (Fotos: Conservación Patagónica) Haz clic en la imagen para reservar

De hecho, otros magnates amigos de Tompkins, como el británico Joseph Lewis —propietario de la marca de ropa Levis—, el norteamericano Ted Turner —fundador de la CNN— y el italiano Luciano Benetton —el mayor terrateniente privado de la Argentina—, andan ya comprando todo el paisaje que pueden.

Subir arriba

Este sitio utiliza cookies para prestar sus servicios y analizar su tráfico. Las cookies utilizadas para el funcionamiento esencial de este sitio ya se han establecido.

MÁS INFORMACIÓN.

ACEPTAR
Aviso de cookies
Versión Escritorio