El proyecto ‘Un diseñador, una princesa y un destino‘ comenzó a tomar forma la pasada edición de FITUR cuando fue presentado oficialmente ante la Ministra de Turismo de Costa Rica, doña María Amelia Revelo. Ahora, con el apoyo del Instituto Costarricense de Turismo, hemos dado un gran paso para hacerlo realidad, aventurándonos en el corazón del país para que Juan Duyos se empape de su esencia y traslade su experiencia a la pasarela.
Escribo recién aterrizada y con las emociones aún a flor de piel. He visitado varias veces Costa Rica y siempre me marcho de allí deseando volver. Es un país inspirador de principio a fin, pero a pesar de ser ésta una cualidad de la que bien hace en presumir, la responsabilidad de llevar el proyecto a buen puerto era un nuevo reto.
La colección de Juan Duyos inspirada en Costa Rica se presentará en la próxima edición de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid a primeros del próximo mes de julio. Así que quedan ahora unos meses para dar forma y sentido al reto. Unos meses en los que el diseñador se recreará en todo lo vivido, experimentado y saboreado allí.
En mi misión como embajadora del proyecto he acompañado a Duyos y a su equipo a diferentes lugares costarricenses que evocan el espíritu y filosofía del país más sostenible del mundo, el país de la Pura Vida, el que presume de no tener ejército pero sí un ejército de habitantes orgullosos de ser ticos.
Iniciamos el viaje en el Valle de Orosi, a tan sólo una hora de la capital, San José. Allí comenzamos a disfrutar de todo lo que Costa Rica puede ofrecer: las mejores vistas y el calor de su gente. El pueblo de Orosi fue uno de los dos primeros asentamientos españoles en la época de conquista, y de los pocos lugares que los terremotos han respetado. De ahí su importancia cultural e histórica.
Un vergel donde por la altura, el café es primordial y base de su economía. El Arábica, introducido en América por los conquistadores españoles, encontró en Costa Rica su tierra ideal. Y allí pudimos saborearlo y comprender lo complejo de su cultivo.
Continuamos después hacia Sarchí, donde tiene su origen unos de los símbolos nacionales del país: la carreta. Utilizada originalmente como medio de transporte de café, se ha convertido junto al yugo, en una representación del arte tradicional costarricense. Los artesanos locales esta vez de Sarapiquí nos mostraron su trabajo y pudimos otear la belleza de esta parte del país, una de las más bellas y preferidas por el turismo europeo.
Nuestro viaje continuó rumbo a La Fortuna y el Parque Nacional Volcán Arenal. Una de las zonas más visitadas del país tanto por las bellas vistas al volcán y los diferentes senderos que permiten la observación de flora y fauna, como por las numerosas actividades deportivas y de ocio que se pueden practicar en los alrededores.
Cruzamos el bosque tropical con la adrenalina palpitando al ritmo del vértigo ocasionado por los múltiples puentes colgantes, y visionamos todo tipo de animales que nos hacían volver a ser niños. Escuchamos el sonido de la selva amplificado por el divertido truco que nos enseñó Edgar, nuestro guía y facilitador del viaje. Y disfrutamos caminando entre lianas, helechos, ceibas milenarias y palmeras, simulando un desfile cargado de amistad.
Gigantescas cascadas pedían a gritos que nos animáramos a bañarnos bajo su chorro, y el capricho de una aventura acuática sin igual se hizo realidad en La Fortuna, eso sí, nos ganamos a pulso el almuerzo posterior bajando y subiendo después los más de 500 escalones para acceder al paraíso.
La provincia de Guanacaste nos recibió soleada y calurosa, y en la playa de Punta Islita pudimos sumergir nuestra ansiedad en las aguas del Pacífico. La luna llena de aquella noche apareció entre las palmeras, iluminando la arena mientras los ermitaños corrían a sus anchas, esquivando nuestros pies a veces, y otras, alarmándonos con su cosquilleo.
En Guaitil compartimos una jornada inolvidable junto a la comunidad de los Chorotegas, comprobamos el complejo proceso de trabajar la cerámica típica de allí, cocinamos tayuyás de harina de maíz con gallina achotada y Juan demostró sus dotes musicales tocando la marimba.
Ya en San José, la pena del inminente regreso no impidió que disfrutáramos de una ciudad sin complejos. Alegre, animada, colorista y bulliciosa. Una ciudad original donde enormes edificios setenteros pelean su protagonismo con aquellos del XIX que se resisten a envejecer.
Sí, todo es inspirador en Costa Rica. El país donde nada desentona, el país donde es fácil hacer realidad los sueños. Sueño ahora con el desfile de Juan Duyos, pero habrá que esperar a la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid de julio para revivir un viaje inolvidable.
*Más información: www.visitcostarica.com/es
*Web oficial europea para profesionales del turismo: www.puravidauniversity.eu
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