Duerme en el hotel del mayor escándalo de EEUU
Reabre sus puertas después de su cierre en 2007 el hotel Watergate. Un lugar con una de las historias periodísticas y políticas más apasionantes.
El Hotel Watergate es fácil de encontrar. No hay una dirección más conocida y simbólica en todo Washington. Basta el primer paso en el recién renovado recinto para respirar todo lo que fue y lo que será. Deslumbra el lujo de la decoración de metal, madera y curvas;marea el peso de la historia que resiste en sus paredes y calma la impresionante vista al río Potomac en la mejor terraza de la ciudad. La conjunción es perfecta, justo 44 años después del mayor escándalo de la historia política de Estados Unidos.
“Éste era el mejor rincón de Washington. Queremos traerlo de vuelta”, cuenta la copropietaria del hotel, Rakel Cohen, al frente de diseño, desarrollo y comunicación de Euro Capital Properties. El reto no era fácil. El Watergate se inauguró en 1967 dentro del complejo de seis edificios curvilíneos inspirados en la vanguardia arquitectónica de la época y construidos como el enclave más exclusivo de la ciudad. Fue diseñado por el arquitecto italiano Luigi Moretti y declarado como el‘destino de lujo para los VIPs de entonces’.
Políticos, cantantes, actores y presidentes desfilaban sobre la mítica alfombra roja del Watergate. Elizabeth Taylor, Robert McNamara, John Mitchell o Bob Dole. El renombrado chef Jean-Louis Palladin abrió su famoso restaurante francés en el subsuelo, llevando por primera vez la cocina europea a la capital estadounidense, al lado del imprescindible Kennedy Center y al borde del río que surca Washington.
Cinco años después, estalló el escándalo. Cinco ladrones contratados por el equipo de la campaña para la reelección de Richard Nixon asaltaron la sede del Partido Demócrata, unas puertas más allá, para robar documentación electoral. Y aquel incidente que comenzó como un insignificante delito local, acabó costándole la presidencia a Nixon y cambiando la historia del periodismo y la política para siempre. Cuatro de aquellos cinco ladrones cenaron langosta en el Restaurante Watergate aquella noche. Las habitaciones 214 y 214 del hotel estaban a su nombre.
Al principio, el escándalo reavivó el negocio. Pero poco a poco la zona fue quedándose atrás y el complejo envejeció. El hotel cambió de manos varias veces, sin conseguir revivir el glamour de los años 60 y tras numerosas remodelaciones, cerró definitivamente en 2007. El resto del complejo de apartamentos y oficinas permaneció abierto y nunca dejó de recibir la visita de turistas curiosos y nuevas generaciones de periodistas entusiasmados.
En 2010, los Cohen aterrizaron en DC procedentes de NY. Y confiaron en el infinito potencial del recinto, por aquel entonces oscuro, desvencijado y lejana sombra de lo que fue. Imaginaron todo lo que podían hacer con aquella historia y con una inversión de 125 millones de dólares.“El hotel era un desastre pero cuando subimos a la terraza y vimos aquella vista, me enamoré”, sonríe Rakel. “Empezamos a hablar del ambiente, los uniformes y todo lo divertido que podríamos hacer. Y nos emocionamos como niños”.
Los Cohen compraron el hotel por 45 millones de dólares. Querían mantener el espíritu de la década de los 60 combinado con el lujo y el ‘lifestyle’ más actual. Imaginaban trajes de gala y copas de champán. El reto era trasladar el entorno del complejo al diseño interior del hotel: agua, lujo e historia. Había mucho que demoler, sobre todo para dejar que entrara la luz y abrir nuevas vistas al Potomac. La renovación corrió a cargo del diseñador y artista israelí Ron Arad. Mantuvieron algunas estructuras originales como la escalera principal y la piscina interior. También la fachada, parte del patrimonio histórico de Washington que no puede ser alterado.
Pero el resto cayó. Fueron seis años de renovaciones, en los que Rakel Cohen (31 años), tuvo seis hijos, que hoy corren y ríen por los sinuosos pasillos del hotel. Todo son curvas, mármol, metales y gotas, como si se tratara de un enorme yate de lujo. El diseño retro chic se completa con los uniformes de los empleados del hotel, creados por la diseñadora de la serie de televisión ‘Mad Men’, Janie Bryant. Y sí, son increíbles. Tendrían seguro el visto bueno de Don Draper.
Pero nada de todo esto ha hecho que se diluya el rastro del escándalo. Está presente en cada esquina del hotel, con un filtro divertido. Las tarjetas de cada habitación llevan inscrito un mensaje: “No hay necesidad de entrar a la fuerza». En los bolígrafos se puede leer una inscripción: “Robé esto del Hotel Watergate”. El teléfono de atención al cliente del hotel es un guiño a la fecha del escándalo: 1-844-617-1972. Y en los baños se puede escuchar la voz de Nixon, con fragmentos de sus discursos de política exterior de 1971 y 1972.
“En Washington todo el mundo estaba esperando esto. El arte ya está aquí,los restaurantes ya están aquí, la moda está llegando… pero los hoteles necesitan ponerse al día. Somos los primeros. Un lifestyle hotel y un gran resort. No hay nada en DC que se pueda comparar a este hotel. Tenemos todo lo que se puede desear».
Ese todo incluye 336 habitaciones de lujocon 24 suites premiere, seis suites diplomáticas y dos presidenciales; un restaurante, un bar (The Next Whiskey Bar, en honor a The Doors), un spa de más de 1.000 metros cuadrados, dos piscinas, un salón de 2.500 metros cuadrados para conferencias y eventos y una terraza (The Top of the Gate) con las mejores vistas de la ciudad, enmarcada en 360 grados por el río, la Catedral, el Capitolio y el Monumento a Washington. La terraza es, sin duda, uno de los grandes añadidos del hotel. Es la primera vez que se va a abrir al público. El precio de las habitaciones empieza en 425$ la nocheentre el lujo, el lifestyle y la huella histórica. El Hotel Watergate ha vuelto… y lo hace para quedarse.