El lujo de reconectar con la Tierra

Yo, que soy de ciudad, no tengo muy buena relación con el campo y la montaña así que cuando me hablaron de esta experiencia presupuse que no estaba hecha para mí. Sin embargo, después de poco pensar -al fin y al cabo, estaba de vacaciones- me descubrí en Cuenca a punto de empezar una pequeña aventura que ha cambiado mi percepción de la Naturaleza.

Nada más llegar a la ciudad, nos recibió Fernando Carreras, el creador de Ecoexperience, una empresa recién nacida, que nos iba a enseñar cómo dejar Nueva York y Madrid muy atrás, en una ruta que nos conectaría con la naturaleza de nuevo. Más allá de las Casas Colgadas de la capital, la provincia de Cuenca, con 911,06 kilómetros cuadrados de extensión, es una de las más verdes de España. De hecho, es la segunda ciudad de Europa en masa forestal y es, sin duda, el pulmón verde de la parte suroccidental del país.

Nuestra intención era hacer algo diferente, así que de todas las experiencias que ofrece Ecoexperience (tienen incluso rutas de fotografía o de pintura) nos orientamos hacia la oferta de rutas sensoriales. Después de un pequeño debate elegimos la “ruta barefoot” que, como su nombre en inglés indica, se hace descalzo.

No diré que no es raro, porque lo es y mucho. Y tampoco voy a negar que algún pinchazo te llevas pese a que nuestro guía nos fuese indicando en todo momento donde debíamos pisar, pero aun así la experiencia es inigualable. Superados los primeros diez minutos de angustia en los que te preguntas “quién te mandaría”, es impresionante sentir como se van liberando sensaciones a medida que caminas.

Algunos de los que habíamos ido, solemos andar descalzos por casa -muy a pesar de nuestras madres-, pero casi ninguno pensamos jamás en hacerlo en otro sitio que no fuera la playa en verano. Por eso fue tan sorprendente, porque de repente estábamos todos sin protecciones, expuestos como chiquillos que dan sus primeros pasos a lo que el camino nos quisiera traer.

De un tiempo a esta parte, proliferan en internet y en medios deportivos o de bienestar y salud, los artículos que hablan de los beneficios de andar o correr descalzo. Según la fuente, estos van desde un mayor desarrollo de la estabilidad y el equilibrio, hasta un cambio en el comportamiento de las ondas cerebrales. Con todo, la Asociación Americana de Podología advierte de que los estudios que se han llevado a cabo hasta ahora no arrojan resultados concluyentes y que, por lo tanto, es prematuro hablar de beneficios para la salud.

Beneficioso o no, caminar descalzo por la serranía de Cuenca, mientras te explican la geología de la zona y las peculiaridades de la flora y fauna que la habitan, es además de original, un lujazo al alcance de todos, porque la relación que se establece con el entorno es la verdadera, la primitiva, la que todos deberíamos sentir una vez al año para que no se nos olvide lo que es importante y lo que no.

No cabe duda de que la pasión con la que Fernando cuenta cómo la Naturaleza elige ser como es, se contagia y, sin darte cuenta, te encontrarás reflexionando sobre cómo afectamos con nuestros comportamientos y, especialmente, con nuestros deshechos y caprichos, a nuestro entorno. Durante casi cuatro horas estuvimos sin móvil, sin Twitter, sin ruidos y sin prisas. Aprendiendo de nuevo como las plantas son plantas y como los animales se comportan en libertad. Comprendiendo el lujo que es ser parte de una de las vueltas que da la Tierra.

Creemos saber cómo funciona todo porque lo hemos aprendido en el colegio, lo hemos leído o lo hemos visto en la televisión. Pero es exclusivamente gracias a experiencias tan singulares como esta, que nos reencontramos con muchos conocimientos que dábamos por olvidados y redescubrimos, que el papel que desempeñamos -en todo esto que llamamos Mundo-, carece de sentido si solo se define en la Quinta Avenida o en la Gran Vía de Madrid.