El primer corsé de Lorenzo Caprile, ‘El Emperador’
Hoy El Rincón de Carla está dedicado a un amigo a quien su perfeccionismo le ha hecho llegar a lo más alto.
Hoy el Rincón de Carla está dedicado a un amigo. No es cuestión de favoritismos. Él se lo merece en todos los sentidos. Lleva más de 20 años haciendo vestidos a reinas para la eternidad. Así es como nos sentimos las afortunadas que hemos tenido la ocasión, ya sea en nuestras propias bodas como en cualquier otro momento, de vestir un Lorenzo Caprile. Empezaré contando mi historia, el origen de aquel vestido de novia y comienzo de una nueva era para la Alta Costura.
Lorenzo era de mi grupo de amigos, era fácil quererle, y lo sigue siendo. No ha cambiado. Risueño, divertido, simpático y cariñoso. Todos le queríamos. Eran los años noventa. Llegaba el minimalismo a las pasarelas después de los estrepitosos y desordenados años 80. Un día me contó que estaba haciendo prácticas en el taller de Valentino en Roma. Con veinte años que un amigo ya esté en esa posición, impresionaba. Pero él era como una hormiguita, trabajador y silencioso.
El 3 de enero de 1992 yo estaba trabajando en la tienda de Hermès de Madrid. Recuerdo que llovía muchísimo. Era mi primer cumpleaños sin mi familia y amigos quedaban pocos en la capital. Navidad a tope, las últimas compras de reyes. Actividad frenética en Hermès. Yo había decidido quedarme las vacaciones trabajando y aquel día se me hizo duro y triste. Pero a última hora de la tarde tuve una visita inesperada. Era Lorenzo. Fue el regalo más bonito de cumpleaños que había tenido hasta la fecha. Me había dibujado bajo el título ‘Carla en el Laberinto’. El resto un collage con tejidos, angeles y flores. La emoción de aquel momento, el cuadro y un amigo que se había acordado de mí. Nunca lo olvidaré.
Un año después, yo comenzaba con los preparativos de mi boda para el mes de julio. Todas mis amigas me recomendaban talleres para el vestido. Pero yo lo tenía muy claro. El vestido más especial de mi vida no lo podía hacer alguien ajeno a mí. Quedé a tomar un refresco con Lorenzo. Le conté que me casaba, me dio la enhorabuena. Y luego se lo solté: “Quiero que seas tú quien diseñe mi vestido”.«No -me dijo- es demasiada responsabilidad, no tengo taller ni tejidos». «No importa -insistí-, mi madre tiene una modista estupenda en Bilbao. Elegimos juntos la tela, quiero un piqué blanco. Tú haces el diseño y ella lo elabora». «No», volvió a repetir. De alguna manera le entendía, pero me quedé muy triste con su negativa. Sin embargo la magia existe
Y Lorenzo aquella tarde fue al teatro. ‘El mercader de Venecia’. Estoy segura que se pasó todo el espectáculo pensando en mi vestido y admirando el vestuario que para la obra había diseñado Ana Lacoma. Al terminar pidió conocerla y le propuso el encargo. Y así empezó todo. Viajó a Milán para buscar el piqué más maravilloso.
Y trabajaron juntos en un sueño que se hizo realidad. Recuerdo los nervios de Lorenzo cuando salí del coche del brazo de mi padre. La escalinata del Monasterio de la Encarnación estaba abarrotada de gente. Amigos y familia en la puerta de la Iglesia. Lorenzo me colocaba el velo. Mi padre quería avanzar rápido. Yo quería disfrutar del momento y caminaba lenta. Miradas de complicidad y la felicidad en esencia. El primer corsé de Lorenzo ya era una realidad.
Mucho ha llovido desde entonces. Ni un solo cumpleaños ha dejado Lorenzo de felicitarme, siempre con cariñosas cartas y llamadas de teléfono. Él sigue siendo el mismo amigo detallista y cariñoso, que siempre tiene una palabra amable para dedicarte. Pero ha trabajado muy duro. Sin perder la ilusión en ningún momento, ni esa sonrisa que le hace tan especial. Su perfeccionismo le ha llevado a lo más alto. Su sensibilidad a los corazones de miles de mujeres de todo el mundo que se han puesto en sus manos para sentirse únicas y especiales, como yo me sentí aquel 2 de julio de 1993. Él se lo ha ganado a pulso y a golpe de aguja.
Durante estos más de veinte años de trabajo ha vestido a reinas porque él es el Emperador. Pero no solo novias; madrinas, reinas, princesas y actrices de todo el mundo se han rendido a su saber. Lorenzo, el Emperador, ha creado vestuarios para cine, como el famoso vestido de ‘Ocho apellidos vascos’ o el de la novia de ‘El Lobo de Wall Street’ y recibió el Premio Ceres 2013 al mejor vestuario por los figurines de ‘Noche de Reyes’, ‘El Malentendido’ y ‘Fuegos.
Obras de teatro, ópera, ballets internacionales y un sinfín de trabajos que le avalan como uno de los grandes modistas del siglo XXI.No en vano fueron las artes escénicas las que le acercaron a su pasión por la costura.
Acaba de publicar su segundo libro: ‘De qué hablamos cuando hablamos de Estilo’ (Temas de Hoy). Un repaso a sus más de 20 años trabajando en un taller. Un libro en el que no se limita a dar buenos consejos sobre moda y estilo, sino que deja claro que él entró en este mundo para recuperar la esencia de alta costura. Su elegancia, sensibilidad y buen gusto al alcance de todos. ¿De qué hablamos cuando hablamos de estilo? Sin duda hablamos de Lorenzo Caprile.