Si existe un sector que, en mi humilde opinión, puede desbancar a la arquitectura como el más influyente en nuestras vidas, éste es, sin lugar a dudas, el gastronómico. Ahora bien, son tan dispares sus realidades que se puede decir que se complementan a la perfección. Y esto puede que no lo piense únicamente yo. Dado que la mayoría de complejos que se están ejecutando en el mundo hoy día giran en torno a estos dos maravillosos ejes, tal y como hemos comprobado en alguna ocasión.
Claro que, cuando tienes la obligación de deslumbrar al mundo con una nueva proeza de la arquitectura, debes reservar un importante espacio para la restauración. Y, a poder ser, al nivel que pretendes dar a tu edificio. En Dubái, donde el deslumbramiento es una más de las asignaturas, han construido un nuevo ícono, justo sobre una palmera de arena que se ve desde el espacio. Una nueva construcción que tal vez sea el más moderno y atrevido edificio residencial y hotelero. ¿Hay mayor premio? Pues sí, contar con el chef y filántropo José Andrés, tal vez, el cocinero español más popular y querido en el orbe.
A la poderosa Kerzner Internacional no le bastaba con tener el icónico Atlantis The Palm, un hotel que seguro has vislumbrado visitar en tus momentos de mejor humor, si es que no lo has hecho ya. Se trata de un imponente edificio al final de la palmera artificial de arena que los Emiratos impusieron al Golfo Pérsico, llamada Palm Jumeirah. Así que, ni cortos ni perezosos, buscaron una nueva zona en la palmera donde crear otro icono. Uno más moderno y audaz que el mentado y más acorde a las nuevas necesidades y predilecciones.
Obviamente lo encontraron, y contrataron a la empresa líder en arquitectura internacional Kohn Pedersen Fox Associates. Es uno de esos estudios que trabajan alrededor del orbe, con oficinas en lugares emblemáticos, y que consiguen crear algunos de los edificios más actuales y adelantados. Esta vez el encargo era claro: hay que construir un nuevo espacio sin precedentes, para elevar la experiencia de los usuarios, al mismo tiempo que se elevan las exigencias en materia medioambiental y energética.
El resultado está a punto de ver la luz, dado que su estructura ya está finalizada y bastante avanzado su interior. El edificio se llamará Royal Atlantis Dubái, poseerá unos 193.600 metros cuadrados construidos, albergando 795 habitaciones de hotel y 231 exclusivas residencias. Ojo, lo más importante del edificio no es su forma totalmente generosa y volumétrica, amparada en un diseño efectista que se basa en la división por módulos de las estancias del edificio, distanciándolos y creando una especie de trama espacial en tres dimensiones.
La genialidad no es que se haya partido de un edificio para generar dos. Por un lado, la torre oeste de 43 plantas, con una altura de 193 metros en la que se ubica el hotel. Por el otro, la torre este de 38 plantas, en la que estarán los apartamentos. Tampoco que se hayan distanciado las torres unos 600 metros, creando entre ellas un puente de 80 metros de largo, con tres plantas, destinadas a entretenimiento y diversión, y un apartamento de mega lujo. No, que va.
No es la única genialidad haber colocado sobre este puente una piscina de borde infinito. Esto lo hemos visto en algunos otros impresionantes complejos, aunque no le resta méritos, sobre todo cuando a esta piscina se le unen restaurantes y espacios para eventos. Ni pasa por algo estrictamente meritorio haber diseccionado los volúmenes edificatorios, separándolos para crear terrazas entre ellos. Espacios para el uso privado de los usuarios del hotel o de los apartamentos.
Pero los creadores de esta palmera de arena no sólo quisieron dotar de terrazas a los inmuebles, sino que las prepararon para ubicar generosos jardines donde tuvieran cabida palmeras y otras especies para dar frescor y color al desierto. Además, en un alarde de inmisericordia con los constructores, no dispusieron un edificio lineal, sino que diseñaron un edificio curvo, con su parte convexa y su parte cóncava, de tal forma que desde el aire simula una ola, y desde el mar no se sabe si va, o viene. Como los gallegos, ya se sabe).
Para alcanzar los distintos niveles y secciones se han dispuestos seis núcleos principales en los que se hayan las escaleras, ascensores, entradas de instalaciones y conductos principales, etc. Entre cada uno existe una distancia entre 25 y 30 metros. Y desde ellos a los extremos, vigas de 1,5 metros de alto unen y sostienen todo el complejo. Nada de esto es en sí mismo genial. Ni siquiera el hecho de haber colocado las ventanas del edificio profundamente empotradas en marcos de piedra, para garantizar su sombra en las horas más difíciles, y permitir un cristal extra transparente y de baja reflectividad, una rareza en Dubái.
No es una genialidad haber incluido en el diseño grandes salas de conferencias, haber creado un vestíbulo de infarto entre las dos torres, justo debajo del puente aéreo principal llamado el Arco de Atlantis. Tampoco haber contado con profesionales de distintas ramas, como los arquitectos Dynamic Engineering Consultants, los ingenieros acuáticos de WET o las empresas de diseño de interiores GA Design y SM Design (Sybille de Margerie).
En realidad, la genialidad tampoco es haber regado de zonas verdes del entorno del edificio. Ni tener acceso a las playas artificiales cercanas, ni tener 17 bares y restaurantes repartidos por todo el complejo, uno de ellos de nuestro José Andrés. Ni que el vestíbulo tenga uno de los tanques de medusas más grandes del mundo, ni el hecho que los huéspedes tendrán acceso a uno de los parques acuáticos más grandes del mundo, Aquaventure, aún en construcción. Tampoco que el diseño del complejo permita la ventilación pasiva, gracias al aumento de fachadas y su contacto con el aire del litoral, y el aumento de zonas sombreadas.
La genialidad es la confluencia de todo lo descrito y, sobre todo, del atrevimiento de crear un espectáculo arquitectónico de este nivel. Por cierto, si tienes la intención de comprar en esta alucinante palmera de arena, debes saber que los precios de los apartamentos van desde 1,6 a 8,6 millones de euros. Pero los Skycourts o dúplex del edificio con cuatro habitaciones, jardín privado y piscina de cristal, seguro que alcanzarán algo más de valor. Maravilloso edificio.
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