Islandia es contraste. Es la “Tierra de Hielo y Fuego”, en la que los volcanes y los glaciares conviven en poco más de 100 mil kilómetros cuadrados. También es la decimoctava isla más grande del mundo y la segunda más grande de Europa después de Gran Bretaña; y su belleza la ha convertido en uno de los destinos más deseados por los amantes de la naturaleza. Lo ideal es visitarla con tiempo pero si no se puede también hay imprescindibles pueden hablar muy bien de Islandia en solo un par de días.
Impresionantes géiseres y cascadas forman parte de su esencia. La isla ofrece la posibilidad de disfrutar de experiencias únicas. Por ejemplo bañarse en las aguas termales de la Laguna Azul mientras nieva, admirar la aurora boreal e incluso sentirse como Jon Nieve en el glaciar Vatnajökull, que fue uno de los escenarios de Juego de Tronos.
Pero si solo se dispone de un fin de semana o 48 horas para realizar una escapada especial, hay que centrarse en lo más importante y es posible exprimir al máximo la esencia de la isla con una buena planificación.
De hecho, una buena opción para iniciar el viaje es realizar un tour de ocho horas alrededor del Círculo Dorado de la mano de empresas como Reykjavik Sightseeing, que ofrece una ruta por carretera de unos 300 kilómetros para contemplar algunas de las maravillas que esconde la isla. Entre ellas el Parque Nacional de Thingvellir, la cascada Gullfoss o el valle de Haukadalur, más conocido como Valle de los Géisers. El de Strokkur, que puede llegar a crear una columna de agua de hasta 20 metros de altura, es imprescindible.
Pero Islandia no solo es naturaleza, sino que su capital, Reikiavik, también tiene mucho que ofrecer. Sus pintorescas y coloridas calles, como por ejemplo la calle Skólavörustígur, pintada con los colores del arcoiris en conmemoración del Gay Pride Festival anual; la iglesia de Hallgrímskirkja; o la escultura del Viajero del Sol, que representa un barco guerrero vikingo en dirección al sol de poniente, son paradas obligatorias.
Finalmente, una visita a Islandia debe completarse sumergiéndose en uno de sus más de 100 baños termales. El Blue Lagoon, el baño termal más popular de la isla, o el Sky Lagoon, una piscina infinita geotérmica cuyo diseño natural se integra armoniosamente en el paisaje, son las mejores opciones.
Pero antes de marcharse hay que disfrutar de uno de los grandes regalos de la naturaleza islandesa, las auroras boreales. Algunos de los mejores lugares para contemplarlas son la laguna glaciar de Jokulsarlon, junto al glaciar Vatnajokull; o el faro de Grótta, el punto más occidental de Reikiavik.
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