Reims es una ciudad infinitamente menos conocida que París y en la que uno probablemente no piensa cuando decide viajar por Europa. Sin embargo, no por ello deja de ser interesante. De hecho, para mí fue una ciudad decisiva, pero necesitaría centenares de páginas para contarnos qué me llevó allí la primera vez, una curiosa historia que lo cambió todo. Precisamente este noviembre hice una escapada otoñal a la región para conocer La Caserne Chanzy, un hotel impregnado de historia que en otra época fue una estación de bomberos. Pero empecemos por el principio.
Tomé uno de los trenes que unen impecablemente París y Reims y tras una hora de lectura llegué a la capital de la región de la Champagne. Allí es casi obligado planificar una visita a alguna de las grandes Maisons de Champagne, como Roederer, Henriot, Taittinger o G.H. Mumm. O a algún pequeño vigneron como Piot-Sévillano o Apollonis para sumergirte en el apasionante mundo del espumoso francés.
Como decía, llegué a Reims con idea de conocer La Caserne Chanzy, que en el pasado fue una estación de bomberos. Ésta fue construida en 1926 al más puro estilo Art Déco de los años 20 y funcionó como estación hasta 1993. Sucedió entonces su transferencia fuera de la ciudad y el edificio quedó abandonado. Su nueva vida comienza en 2019, cuando una familia local compra el edificio y decide convertirlo en un hotel de lujo. Y entonces abrió sus puertas La Caserne Chanzy Hotel & Spa.
Al entrar en el hall, y ante mi absoluta sorpresa, percibí ese espíritu carismático que aún se respira en las paredes. Después llegó ese “momento decisivo” en el que me pregunté: “¿Será el resto del edificio tan maravilloso?” y crucé los dedos para asegurarme de que efectivamente iba a ser así. Me fascina estudiar aquellos proyectos que consiguen cambiar de uso de manera brillante como lo hizo, en una línea parecida, este otro hotel en Noruega.
Lo distinto encanta, lo idéntico aburre. Y desde luego La Caserne Chanzy no defrauda. Estoy segura de que Nabokov habría querido trasladarse del Palace de Montreux a una de sus “suites” en la sexta planta, si su psiquiatra se lo hubiera susurrado al oído.
Hablamos de un edificio de 5.000 m2 en pleno corazón de la ciudad con 89 habitaciones distribuidas en dos edificios. En ellas se incuyen 14 junior suites y la “suite 500” que cuenta con su propio salón y cuya decoración fue encargada a la agencia Julie Fuillet Studio que también hizo el diseño de los espacios públicos.
Más de la mitad de las habitaciones disfrutan de una vista única a uno de los monumentos más bellos de Francia: la Catedral de Notre-Dame de Reims. Una joya de la arquitectura gótica casi totalmente destruida durante la Primera Guerra Mundial que ha vivido momentos históricos en una constante encrucijada cultural.
En la legendaria catedral fueron coronados la mayoría de los reyes de Francia. El primero fue Clovis (Flavio Clodoveo I), bautizado en 498 y coronado como rey de todos los francos poco después de establecer la ciudad de París como la capital de su nuevo reino, y al que precedieron otros muchos.
Evidentemente, una visita a Notre-Dame era imprescindible, así que pude conocer muchos de los secretos y leyendas que envuelven la monstruosa complejidad histórica del templo. Pero volvamos al maravilloso hotel que os presento en esta ocasión.
En lo que hoy es el lujoso lobby de La Caserne Chanzy, en un estilo que contrasta con los establecimientos históricos de la capital de la Champagne, se guardaban hace varias décadas vehículos de intervención. Y en el patio interior del hotel se conserva también la torre de 50 metros de altura, antigua torre de secado de mangueras contra incendios. De hecho, en la fachada todavía se puede leer en bajorrelieve “Sapeurs-Pompiers” (bomberos).
La Caserne Chanzy es un hotel elegante e íntimo que pertenece a la cadena Autograph Collection propiedad de grupo Marriott. La rehabilitación del edificio se trató de un concurso. El grupo americano Marriot ganó la licitación en su momento. Su arquitecto fue Thiénot Ballan Zulaica y, como decía, el estudio Julie Fuillet se encargó de diseñar el interior que evoca con gran elegancia los viñedos de la Champagne.
Los materiales utilizados en la misma fueron madera, hormigón y piedra. Y sobre sus paredes, numerosas obras de arte que confirman su elegancia.
El interior del hotel no es menos sorprendente. Por ejemplo, los baños son sobrios y están iluminados con un panel ducha que representa las burbujas el champagne. Piezas pintadas a mano por Caroline de Boissieu, artista especializada en vidrieras, otra especialidad de la región.
Así, la decoración del hotel hace guiños al mundo del champagne en todos sus rincones. Las líneas del suelo de los dormitorios representan los viñedos, los accesorios de iluminación provienen de botellas recicladas, los patrones de las alfombras se inspiran en las laderas de Champagne… Todo subrayan el universo íntimo del hotel y un modo de inmersión cultural.
Es visita “obligada” el restaurante principal junto al hall, “La Grande Georgette”, que lleva el nombre de la escalera del camión de bomberos. Un restaurante gourmet con el espíritu de los tiempos. Cumple con la modernidad sin dejar de lado la exigencia de la cocina de tradición francesa, pero con un nuevo enfoque.
Por supuesto, si pasas el día explorando la ciudad, ya sea paseando por las calles comerciales vecinas o visitando alguna Maison de Champagne podrás comer en uno de sus bistros típicos. Es el caso de “Les coudes sur la Table”, un auténtico vademécum para los amantes de la gastronomía en pleno centro.
Un bonito patio interior permite disfrutar tranquilamente de los días soleados en la terraza. Cualquier escritor extrae de una experiencia así inspiración para su vida, el tiempo muerto es un buen lugar para las musas.
Una vez más me he sentido privilegiada por tener la oportunidad de conocer hoteles de este nivel, pero basta mirar a nuestro alrededor para ver que la belleza puede estar disfrazada en cualquier lugar, con el atractivo añadido de ser conscientes de ello.
Como viajeros, vamos evolucionando y cada vez somos más exigentes en nuestras expectativas. Estos son algunos de los valores que tengo en cuenta a la hora de “puntuar” y muy pocos hoteles consiguen “hacerlo bien” en todas sus áreas. Ubicación, limpieza impecable, insonorización, habitaciones decoradas no solo con piezas exclusivas, sino con personalidad y carácter; camas amplias y cómodas, preferentemente Queen o King size; que la filosofía del establecimiento se integre en la cultura local; cómo no, el silencio; la exclusividad de las experiencias, la personalización del servicio y, cada vez más, la sostenibilidad y la ética.
Todos los hoteles son distintos, pero intuyo que dentro de unas décadas éste seguirá siendo elegido por los amantes de los alojamientos por todos estos valores. Y es que Caserne Chanzy & Spa es una experiencia estimulante para los sentidos aunque no para todos los bolsillos.
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