Las tradiciones no deben perderse: Mascaravila

Apasionante fiesta en el Valle del Tiétar.

Carla Royo-Villanova. 31/03/2015
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Los Machurreros de Pedro Bernardo, el pueblo anfitrión del Festival. Haz clic para saber dónde alojarte

Invierno de 1936. Pedro Bernardo, desde el balcón del Tiétar. La sombra de la guerra ya se pasea por España mientras una tradición está a punto de extinguirse. En 1937 quedarían prohibidas las mascaradas y fiestas de carnaval. Los ancestrales machurreros, ataviados con sus uniformes del servicio militar obligatorio, recorren las calles de la villa alborotando y propinando simulados varazos. Los niños gritan asustados, las mujeres se sonrojan al reconocer tras la máscara a su amado. Pocos son los días de asueto y divertimento en esta zona fértil del Valle del Tiétar. Hay que disfrutar como si no hubiera un mañana y así sucedió un frío día de invierno en aquellos años 30.

Año 2014. Ya sólo quedan las historias de los mayores. Sus cuentos y aventuras desaparecerán con ellos. Nadie recordará entonces a los machurreros. Pero hay para quienes esas viejas historias tienen mucho valor. Tanto que el recuperarlas se les hace imprescindible. Regresa así la figura del machurrero en el punto donde se quedó y por eso los visten de militar. Ahora las distracciones son muchas y muy variadas, pero cada pueblo tiene su tradición y sus raíces deben permanecer en el tiempo. Los machurreros regresan a Pedro Bernardo gracias a la Asociación SiempreViva. 

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Los Machurreros de Pedro Bernardo, el pueblo anfitrión del Festival. Haz clic para conocer el lugar

Algo similar sucedió en Casavieja donde Los Zamarraches hasta los años cincuenta y conmemorando San Blás, corrían con sus varas, naranjas y cencerros persiguiendo a los chicos del pueblo. Desaparecen en los años cincuenta, probablemente con la extinción del vaquero, y se recuperan en los setenta basándose en la memoria oral de los más ancianos. Las interpretaciones y el cambio social hacen que ahora lleven máscara quienes antes no la usaban. Las tradiciones están vivas y por eso cambian y se adaptan, lo importante es que se mantengan.

Como se mantienen Los Cucurrumachos de Navalosa, el hombre-animal vestido con sacos y mantas de colores que toma las calles de este pueblo serrano con vocación ganadera el Sábado de Caraval y el Domingo Gordo. De casa en casa avisan de su llegada con el ruido de los cencerros para que todos preparen el aguinaldo, de comida llenan las alforjas de los burros, en la plaza del pueblo se planta un chopo y todo Navalosa participa con ilusión de su fiesta de los “quintos”. 

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Zamarraches de Casavieja (izda) y Cucurrumachos de Navalosa (drcha). Haz clic para saber dónde comer

Mantener las tradiciones supone el esfuerzo de pasarlas de padres a hijos, la alegría de vivirlas y el interés por compartirlas. De ahí la original idea de la Asociación Siempreviva de Pedro Bernardo a quien se le ocurrió la genial apuesta de desubicar las tradiciones, uniéndolas precisamente para preservarlas y darlas a conocer. En el valor etnográfico y cultural de los pueblos radica su verdadera riqueza.

Una vez más, la unión hace la fuerza. Tras meses de arduo trabajo, consiguen poner en común un mismo fin. Dar a conocer las tradiciones más ancestrales del Valle del Tiétar, unir a los del norte con los del sur. El Tiétar, esa madre de todos que sin embargo geográficamente les separa. Pero también así mantienen vivas sus raíces pasando de nuevo tradiciones de padres a hijos.

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Zamarraches de Casavieja. Haz clic para saber más sobre el lugar

21 de Marzo del año 2015. En el calendario chino el año de la cabra. Seguramente una casualidad pero las máscaras, los cuernos, las varas y los cencerros recuperan todo su protagonismo para encontrarse en Pedro Bernardo en el I Festival de Máscaras y Danzas de Paloteo Abulense. Los pueblos castellanos del Valle del Tiétar se reúnen y recorren el pintoresco pueblo de Pedro Bernardo. Comienza el pasacalles con la mascarada. Seguidos por tambores, bandurrias, laudes, guitarras o los cántaros de las Rondas de Piedralaves, pero también dulzainas, rabeles, castañuelas, zambombas o hierros. España, nuestra folklórica España de romerías, trajes regionales, danzas populares, de vino, generosidad y alegría.

Llego a Pedro Bernardo para presenciar este momento que presiento grande. Siempre es hermoso comprobar cómo las tradiciones son el mayor lujo de un pueblo. Vivimos ensimismados en nuestro “mundo” y con frecuencia olvidamos de dónde venimos, quienes fuimos. Y entonces quizá tampoco sepamos hacia dónde vamos. En cada rincón de nuestro país tenemos el mayor de los lujos a nuestro alcance y cuántas veces ni siquiera sabemos que existe.

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Las tradiciones van pasando de padres a hijos

Hoy quiero felicitar a la Asociación Siempreviva por esta iniciativa que acerca las raíces de todo un Valle a quiera conocerlas. Un Festival que desubica tradiciones precisamente para hacerlas más cercanas y ubicarlas en nuestro recuerdo. Aprovecho el festival para recorrer Pedro Bernardo. Subo, bajo, entro y salgo. Pues si algo caracteriza este pequeño pueblo abulense son sus empinadas cuestas y misteriosos pasadizos ideales para dar el “esquinazo” como explica un vecino a nuestro paso. Un retorno al pasado medieval en el corazón de la Sierra de Gredos.

El Festival termina con las Danzas de Paloteo cuyo origen se remonta al siglo IX. Es emocionante ver a los padres ayudando los niños a vestirse, comprobar cómo hasta los más pequeños dominan el baile típico, y cómo propios y extraños disfrutan del gran día, de sus trajes regionales, abalorios rescatados del cajón de la abuela. Me fascinan esos moños decorados con mimo, como el nombre de la flor que llevan y que avanza la esperada primavera. Fotos: Carla Royo-Villanova

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