¿No te pasa que a veces sientes la imperiosa necesidad de estar rodeado de naturaleza? ¿Y, en otras ocasiones, esa necesidad se orienta hacia el contacto, al menos visual, con una gran masa de agua? Esta sensación tiene nombre: Biofília. Se trata de la materialización de nuestro sentido de supervivencia más primitivo, aquel que nos recuerda que la conexión con el entorno natural es lo que nos mantiene vivos.
Evidentemente, esta conexión no es igual para todo el mundo, pero sí que es otro nexo de unión. Por ello, en las grandes ciudades, esa conexión se torna en una imperiosa necesidad física. El artista Thomas Heatherwick vislumbró, en el año 2014 un singular parque que flotaría sobre el río Hudson de Nueva York. Un parque sobre enormes pilotes al que bautizaron como Pier 55, nombre que más tarde cambiarían por Little Island.
Este mes de mayo se ha inaugurado el que, tal vez, sea al parque más singular de la Gran Manzana. Se trata de un espacio que nos conecta con nuestro yo natural de una forma distinta a la que estamos acostumbrados. Esta espectacular isla ha costado 260 millones de dólares, 213 millones de euros, aunque al principio se había calculado que el coste alcanzaría los 130 millones de dólares. En fin, cosas de la logística.
La construcción del parque fue financiada, en mayor parte, por el dueño de los muelles Pier 54 y Pier 56 donde se eleva esta maravilla, el empresario Barry Diller. A éste se le atribuye una fortuna de 3.700 millones de dólares, por lo que, suponemos, esta obra no ha supuesto un problema para él. Las obras del parque arrancaron en 2016, y aunque se pretendía que estuvieran acabas en 2019, unos problemas con las administraciones norteamericanas retrasaron la inauguración hasta 2021.
El parque en total abarca unos 10.000 metros cuadrados, y se puede acceder a él mediante dos puentes en los extremos. El autor de esta obra, el diseñador Heatherwick, afirma que llegar a la isla mediante estos puentes es una forma de dejar atrás Nueva York y adentrarse en un oasis. La isla se mantiene por unos 267 pilotes de hormigón, hincados en el lecho marino hasta los 61 metros de profundidad, los cuales están preparados para soportar hasta 350 toneladas cada una.
De ellos, 132 pilotes sobresalen sosteniendo una enorme jardinera con forma de pétalo, a distintas alturas, lo que permite que el parque obtenga una variada topografía, modificando la idea original de los promotores y añadiendo un valor inesperado al conjunto. Por supuesto, el parque se divide en varias zonas. En ellas se incluyen tres espacios para distintos espectáculos culturales, uno de ellos, un anfiteatro con 700 asientos de madera.
Por otro lado, el resto del parque posee más de 540 metros de senderos que atraviesan el jardín, enseñándonos miradores y otros lugares donde descansar nuestros sentidos. Además, los promotores han solicitado ya licencia para poder vender alcohol, con la esperanza de convertirse en un club nocturno.
El resultado final de la Little Island de Nueva York se debe también a MNLA, la empresa especializada en diseño paisajístico responsable de lo que ven tus ojos. Ellos nos cuentan en su web que las esquinas elevadas del muelle crean distintos microclimas, en los que han plantado 35 especies de árboles, 65 especies de arbustos y 290 variedades de pastos, plantas perennes, enredaderas y bulbos. La elección de estas especies se ha basado no sólo en los microclimas, sino también en su poder de atracción sobre aves y polinizadores.
Por otro lado, la empresa especializada en ingeniería Arup participó en todo el desarrollo del proyecto y su ejecución, con una aportación clave. Y es que los ingenieros de Arup idearon un diseño 3D de última generación que ayudó a la prefabricación de muchas partes de la construcción, como los maceteros de hormigón, que fueron fabricados por la empresa Fort Miller Company, y llevados al lugar en barcos.
Los maceteros, algunos de hasta seis metros de ancho, ofrecieron una especial complicación al ejecutarse con 39 formas distintas de encofrado. Para ello, la empresa Fort Miller contó con la ayuda del fabricante de acero FAB3 y el fabricante de encofrado de espuma Scott System. Ya se sabe, la unión hace la fuerza. El resultado es una estructura de hormigón y acero que conecta todos los maceteros, solidarizando el conjunto.
Si después de visualizar las imágenes te surge la duda de si existe peligro de caída al mar, obviamente la respuesta es sí, siempre hay peligro, sobre todo si la intención es buscarlo. Los promotores, conscientes de este hecho, han tomado algunas precauciones al respecto. Han gastando unos seis millones de dólares, casi cinco de euros, en un sistema perimetral de seguridad, además de tener seguridad 24 horas en el parque.
Si te están entrando ganas de ir, debes saber que la entrada a la isla es gratuita, aunque tienes que reservar con antelación, para evitar aglomeraciones y mantener un exquisito control frente a la pandemia que aún sufrimos. Como vecinos, la construcción tiene nada más y nada menos que al Museo Whitney, y al Meatpacking District de Manhattan, completando una oferta de cultural y de ocio que, sin duda, hará las delicias de usuarios, comerciantes y vecinos.
Fotografías de Timothy Schenck.
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