Los mejores sitios del mundo para ver estrellas tienen varias cosas en común que les hacen ser referentes del turismo astronómico: están a una altitud considerable, muy alejados de las luces artificiales de las ciudades y su climatología hace que el cielo esté despejado la mayoría de las noches del año. Por otro lado, son lugares naturales con un atractivo especial más allá de sus increíbles firmamentos.
Desierto de Atacama en Chile
El desierto de Atacama en el norte de Chile es el más árido de los que existen. Está considerado el mejor lugar del mundo para observar las luces del universo y por ello reúne el complejo astronómico más avanzado del planeta.
Sus paisajes son propios de Marte o de la Luna y cuenta con varios atractivos turísticos importantes: el Valle de la Muerte donde puede practicarse el sandboarding en sus dunas de casi 100 m, el Salar de Atacama, con vistas impresionantes; el volcán Lascar, el Tatio que es el tercer campo de geiseres más grande del mundo o lagunas como la de Cejar donde debido a su salinidad se puede flotar más que en el Mar Muerto. La ciudad más cercana es San Pedro de Atacama a casi 20 horas en coche desde Santiago por lo que se suele tomar un vuelo interno para llegar a las inmediaciones del desierto.
La Palma en las Islas Canarias
En la isla canaria de La Palma tienen claro que su cielo estrellado es un recurso valioso. Fue aquí donde se creó la primera ley del mundo diseñada para proteger la calidad astronómica, la conocida como Ley del Cielo, que afecta al entorno de los observatorios de Canarias situados en La Palma y Tenerife. Esta normativa regula el horario, intensidad y tipo de alumbrado urbano para evitar la contaminación lumínica y prohíbe el tráfico aéreo nocturno en el entorno de los observatorios, entre otras medidas.
En el Roque de los Muchachos, que es el punto más alto de la isla con 2.426 m y su monumento natural más emblemático, se encuentra otra de las baterías de telescopios más completa del mundo. Hasta doce instalaciones que comparten científicos de medio mundo para la investigación y observación del cielo nocturno y la física solar.
Además de este famoso mirador, en la “isla Bonita” no podemos dejar de visitar el Parque Nacional Caldera de Taburiente y el resto de parajes naturales surcados por infinidad de rutas de senderismo. Muy conocida es la Ruta de Los Volcanes, que recorre la mitad sur de la isla a través de la dorsal montañosa atravesando volcanes inactivos con vistas de impresión.
Mauna Kea en Hawai
Con una altitud de más de cuatro mil metros, este volcán inactivo es el punto más alto de Hawái. Si tuviésemos en cuenta también la parte sumergida y lo midiéramos desde su base oceánica estaríamos hablando de la montaña más alta de la Tierra superando al Everest.
Es posible que por eso en la mitología de las islas, su cumbre fuera un lugar sagrado, pero hoy en día constituye otro de los observatorios más importantes del planeta. El archipiélago de Hawái tiene seis islas principales que son famosas, además de por sus estrellas, por tener paisajes escarpados con acantilados, cascadas, selvas tropicales y playas paradisiacas con arena de color dorado, rojo, negro e incluso verde.
Desierto de Namibia
El desierto de Namib en Namibia es el más antiguo, se cree que ya existía cuando los dinosaurios desaparecieron, y es el que tiene las dunas más altas del mundo. Curiosamente muchas de ellas están numeradas como la Duna 45 desde donde es típico disfrutar de uno de los amaneceres más espectaculares o la duna 7 considerada la más alta del mundo con sus 380 m. La arena de color rojizo de este desierto africano llega hasta la costa del Atlántico que es en su parte norte conocida como la Costa de los Esqueletos por la gran cantidad de barcos embarrancados que descansan en su litoral.
El Parque Nacional de Namib-Naukluft o la reserva natural de NamibRand que posee el distintivo de ‘Dark Sky Reserve’ son lugares dentro del desierto que garantizan una observación estelar impresionante y en los que distintas agencias realizan actividades organizadas sobre el tema.
Teniendo en cuenta que aproximadamente la mitad de la población del mundo no puede ver la Vía Láctea desde el lugar donde vive a causa de la contaminación lumínica (y que, de hecho, mucha gente nunca la ha visto), no parece mala idea aprovechar los viajes y escapadas fuera de las ciudades para echar una ojeada al cielo y saber qué es lo que nos perdemos en el día a día. Un espectáculo que no podemos disfrutar por nuestra forma de vida y que, aunque muchas veces no echamos de menos en nuestro aislamiento y nuestra fingida independencia del medio ambiente, deberíamos recuperar. En muchos lugares ya se toman medidas para ello porque poder contemplar la luz de las estrellas es un derecho de todos.
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