Comienza la cuenta atrás para las vacaciones de Semana Santa, los próximos puentes e incluso el ansiado verano; y las ganas de viajar son muchas. Hoy, en El Rincón de Carla os acerco a un lugar único, desconocido, una joya del Adriático que se postula como destino de moda. Es el momento de visitar Montenegro y una de las cadenas hoteleras más prestigiosas nos lo pone muy fácil.
La española Iberostar lleva años trabajando en el bello país adriático para ofrecer lo mejor de su experiencia. Nos adentramos en la historia de Europa para recorrer esta mágica costa que siempre fue el deseo de Europa.
Su historia milenaria, vertiginosos acantilados al mar y un paisaje variado, han convertido algunas de las ciudades y parajes de Montenegro en Patrimonio de la Humanidad. Sus primeros habitantes, lo ilirios, eran bravos guerreros; luego llegaron con su elegancia y buen gusto los comerciantes venecianos… y tuvo lugar la combinación fue perfecta. Hoy en día, es destino de viajantes selectivos, curiosos y ávidos por descubrir y aprender de la historia de Europa balcánica.
La Serenísima República de Venecia trajo a estas tierras comercio, riqueza y a grandes familias aristócratas. Entre todos dejaron un legado en Montenegro que hoy puede admirarse en ciudades medievales y amuralladas de calles empedradas, bellos rincones y pequeñas plazas como Herceg Novi, Budvá o Kotor; así como en forma de palacios barrocos como los construidos en la pequeña villa de Perast. Todas en la costa montenegrina, en tiempos anhelada por su enclave estratégico y ahora por su singular belleza e impresionante mar.
Es Perast ejemplo del mejor barroco adriático, a lo largo de sus pocas calles, nobles y grandes comerciantes venecianos compitieron por tener el más bello palacio. Uno de ellos es ahora el Museo de la ciudad. Además de palacios y torres de vigilancia hay varias iglesias entre las que destaca la de San Nicolás, con el campanario más alto de Montenegro. Desde aquí podremos disfrutar de una de las vistas más bellas del Adriático, las siluetas de los dos pequeños islotes frente a las costas de Perast.
La isla de Gospa od Skrpjela es artificial, se construyó para edificar la Iglesia de Nuestra Señora de las Rocas, dedicada a la Virgen de la Asunción. Aunque comenzó a levantarse en el siglo XV no se pudo terminar hasta el XVII por los continuos terremotos que en esos siglos sufrió la zona. Junto a ella el islote de San Jorge se ubica entre cipreses un antiguo monasterio benedictino. Es recomendable alquilar un coche para poder disfrutar de todos los parajes que esconde este fascinante país y disfrutar de sus sinuosas carreteras como la que va desde Perast hasta Kotor.
Al fondo de la Bahía el mar suele estar tranquilo, como un espejo donde se reflejan las cumbres de las montañas Loycen, aquellas que dieron nombre al país cuando los venecianos se referían a ellas como «el monte negro».
Es Kotor Patrimonio de la Humanidad, enclavada en el único fiordo del Mediterráneo y protegida por una descomunal muralla que hizo que la ciudad fuera infranqueable ante las pretensiones de conquista otomana. En su cima el castillo de San Juan y unas soberbias vistas a la bellísima Bahía de Kotor.
Ya en la ciudad hay que dejarse llevar sin rumbo por sus calles, callejuelas y plazoletas para ir descubriendo sin prisa sus palacios y rincones. Hay varias iglesias, y una Catedral, la de San Trifón. Los gatos son el símbolo de la ciudad y los encontraremos por todos lados, fueron introducidos para que se comieran las ratas y prevenir así las pestes medievales.
Por otro lado, la ciudadela de Budvá es de las más antiguas de Montenegro (en portada). Rodeada de playas y una muralla defensiva, es uno de los lugares más concurridos de la costa montenegrina. Aquí encontraremos pintorescos rincones, iglesias, casas medievales, y entretenidas plazas con bares, comercios y tiendas de antigüedades y artesanía local.
El mejor conservado casco antiguo medieval es el de Herceg Novi, en la entrada a la Bahía de Kotor, donde los navegantes dejaron variados ejemplares de árboles traídos de sus viajes por el mundo.
Tanto en Budvá como en Herceg Novi, Iberostar ofrece dos fabulosos hoteles para disfrutar de la costa montenegrina. En la playa Slovenska, una de las más bonitas de la costa, se encuentra el Hotel Iberostar Slavija (cinco estrellas) con fabulosas vistas desde su infinity pool al mar y a la ciudad de Budvá. El Spa ofrece variados tratamientos, masajes y hammam.
Desde la playa privada del Iberostar Herceg Novi (cuatro estrellas) es muy recomendable coger un barco hasta el casco antiguo, en el propio hotel se ocupan de la reserva. También para visitar y bañarse en la Cueva Azul, un espectáculo de colores a tan solo 10 minutos del hotel. Remodelado en 2019 cuenta con una fabulosa piscina sobre el mar, un magnífico Roof Top Bar, y un restaurante volado sobre el Adriático. Los más pequeños podrán disfrutar del Star Camp para que los mayores descansen y disfruten del entorno único de este hotel familiar o de momentos de relax en el Aliveness del complejo.
En contraste con la vieja historia de la Europa adriática, en la Marina de Porto Montenegro atracan los yates y veleros más grande del mundo. Epicentro de lujo y sofisticación y una buena visión del gobierno invirtiendo en turismo de máximo nivel.
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