¿Qué viajero no disfruta de montarse en un tren? Seguramente es el medio de transporte favorito de la mayoría porque nos anima a disfrutar de cada momento y nos recuerda que cuando viajamos no solo importa nuestro destino sino también el recorrido que hacemos para llegar a él. Y si además el elegido es el tren más lujoso del mundo y su destino es el corazón de África, el plan puede ser perfecto.
Hablamos de las Cataratas Victoria, todo un símbolo del continente y de las míticas exploraciones que realizaron los primeros europeos en su naturaleza salvaje. Hay muchas formas de llegar hasta este enclave asombroso pero posiblemente la más original y exclusiva sea hacerlo en el Rovos Rail, el conocido como tren más lujoso del mundo, que parte desde Pretoria, en Sudáfrica.
Rovos Rail ofrece un viaje de tres noches de duración en un tren ambientado que, sin renunciar al confort y bienestar actuales, recrea el espíritu de aquel tiempo en que los trenes aún no habían sido desbancados por los aviones y eran la mejor manera de llegar lejos.
No solo lo consiguen a través de la decoración victoriana, sino que todo está cuidado al detalle, como el anuncio con un gong de las comidas y cenas. Por la noche, la vestimenta debe ser formal: con corbata y chaqueta para ellos y vestido de noche o cóctel para ellas y, para mantener el espíritu del viaje a una época pasada, se recomienda que el uso de los dispositivos electrónicos se limite a las suites particulares. No hay radio ni televisión a bordo.
En el vagón comedor se puede disfrutar de una cuidada cocina con ingredientes locales y frescos, una selección de vinos sudafricanos, platos tradicionales y se sirve el té todas las tardes a las 16:30h. Para el alojamiento se puede elegir entre tres tipos de suites privadas con precios que van desde los 1.875 a los 3.700 euros.
En su camino hacia el norte, el tren cruza el Trópico de Capricornio, pasa por uno de los tramos de vía en línea recta más largos del mundo con 114 km y atraviesa el Parque Nacional de Hwange, la reserva más grande de Zimbabue, donde podemos observar su fauna desde las ventanas de nuestro vagón. El cuarto día se llega al destino final, las esperadas Cataratas Victoria.
Fue David Livingstone, el famoso explorador escocés, el que las bautizó con el nombre de la reina de Inglaterra en 1855 mientras se convertía en el primer hombre blanco que las contemplaba. Pero estas cascadas ya tenían otro apodo desde mucho antes. Siempre se han llamado Mosi oa Tunya que significa “el humo que truena”, un nombre mucho más acorde a su realidad y que nos da una idea de su poderosa naturaleza.
Y es que en este lugar, el río Zambeze se desploma en una caída libre de 108 metros y a lo largo de una distancia de 1.700 m, el doble de anchura que las Cataratas del Niágara, dando lugar a uno de los saltos de agua más impresionantes del mundo. Cuando el caudal del río es elevado, además de un sonido atronador, se genera con la caída una “nube de vapor” tan grande que llega hasta la mitad de su altitud y no permite ver el fondo de las cataratas. Así que sólo en la estación seca de mayo a octubre es posible admirarlas en toda su magnitud.
Es en esta atracción turística donde se encuentra la Piscina del Diablo, que permite bañarse en el borde del precipicio de las cascadas, y donde puede verse el llamado arco iris lunar o “moonbow”, un fenómeno similar al arco iris convencional pero provocado por la luz de la Luna.
Como el Zambeze no entiende de los caprichos de nuestras fronteras, no le importa que una orilla pertenezca oficialmente a Zambia y la otra a Zimbabue, pero agradece que ambas sean territorio protegido y que formen parte de los Parques Nacionales de Mosi oa Tunya y las Cataratas Victoria, respectivamente.
La compañía también ofrece otros recorridos en trenes de las mismas características incluido un trayecto de 15 días que cruza medio continente desde Ciudad El Cabo hasta Dar es Salaam en Tanzania. Una opción única para aquellos que sean amantes de los trenes. Esos que quizás vieron los africanos hace años y que, ¿quién sabe?, a lo mejor recibieron el mismo nombre que sus espectaculares cascadas. Mosi oa Tunya. El humo que truena.
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