La preocupación por hacer de la industria textil un sector mucho más sostenible está generando nuevas máquinas tremendamente innovadoras que juegan con nuevos materiales para crear tejidos menos agresivos con el planeta. Una de estas ‘revoluciones tecnológicas’ llega de la mano de un grupo de investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder. Concretamente han desarrollado una máquina que hila fibras textiles hechas de materiales como la gelatina, de origen sostenible. Las “biofibras” del grupo se parecen un poco a la fibra de lino y se disuelven en agua caliente en cuestión de minutos a una hora. Por eso su idea nace para ofrecer la posibilidad de estrenar nuevas prendas una y otra vez sin generar ningún residuo.
El equipo está dirigido por Eldy Lázaro Vásquez, estudiante de doctorado del Instituto ATLAS que presentó sus hallazgos en la Conferencia CHI sobre Factores Humanos en Sistemas Informáticos en Honolulu. “Cuando ya no quieras estos textiles, puedes disolverlos y reciclar la gelatina para hacer más fibras”, dijo en un comunicado Michael Rivera, coautor de la nueva investigación y profesor adjunto del Instituto ATLAS y del Departamento de Ciencias Informáticas.
Esta ‘araña tejedora’ es una máquina lo suficientemente pequeña como para caber en un escritorio y su construcción costó solo 560 dólares. Por eso esperan que el dispositivo ayude a los diseñadores de todo el mundo a experimentar con la fabricación de sus propias biofibras.
Pero para imaginar esta nueva forma de hacer ropa, el equipo comenzó con la gelatina. Esta proteína elástica es común en los huesos de muchos animales, incluidos los cerdos y las vacas. Y cada año, los productores de carne desechan grandes cantidades de gelatina, por lo que los investigadores decidieron darle una nueva vida.
La máquina utiliza una jeringa de plástico para calentar y exprimir gotitas de una mezcla de gelatina líquida. Luego, dos juegos de rodillos tiran de la gelatina, estirándola hasta formar fibras largas y delgadas. Incluso las fibras también pasan por baños líquidos donde los investigadores pueden introducir tintes de base biológica u otros aditivos al material para hacerlo más resistente.
De hecho, los diseñadores podrían modificar la química de las fibras para evitar que se disuelvan bajo la lluvia. También podrían experimentar con el hilado de fibras similares a partir de otros ingredientes naturales como la quitina, un componente de los caparazones de cangrejo, o el agar-agar, que proviene de las algas.
De hecho, la moda comestible fue una de las protagonistas de la última edición de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Llegó de la mano de Evade House, firma fundada por la diseñadora y artista visual madrileña Evangelina Rodríguez (Madrid, 1994). Ella presentó una colección a partir de texturas renacidas de colecciones anteriores y de materiales comestibles como alga nori, remolacha, café, té o fresa.
Gracias a sus investigaciones ha experimentado con bioplásticos, alginato de glicerina y gelatina. Todo hasta lograr un tejido comestible con el que ha creado piezas con mucho volumen y que se pueden reciclar.
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