Las cosas de la vida. Con los metros cuadrados que para cualquier mortal serían más que suficientes para organizar sala y alcoba (leído suena a más antiguo), la famosa Kylie Jenner, de la saga Kardashian, ha montado su espacio para bolsos. Más que probablemente muchos o varios de ellos sean regalos de las marcas que saben que, de su brazo, son un anuncio andante en medio mundo, o casi todo.
Ahora la bella, que lo es por juventud y lozanía, ha decidido enseñarlo en una de esas secciones que podrían llevar el genérico ‘Para que te mueras de envidia’, en las que también participa ‘Hola!’ enseñando casas de ensueño en las primeras páginas de su publicación. Kylie lo ha hecho en la edición de marzo de la revista ‘Star Power’ de Architectural Digest, donde aparece lo que asemeja una tienda de bolsos y simplemente es una parte del vestidor de la modelo que a sus 21 años ya necesita más espacio para las cosas de lucir que para las de vivir.
No falta en su colección una estantería dedicada a los bolsos Hermès, entre ellos diez de los más solicitados en distintos colores y versiones (Kelly, Birkin, etc.); así como otras en las que destacan los realizados con pieles de avestruz y otras especies delicadas y cuyos precios oscilan entre los 10.000 y los 200.000 dólares.
A simple vista, el coste total de todo lo que allí se aprecia podría estar valorado en medio millón de dólares, pues sólo la estantería inferior, lacada en blanco, donde se muestran algunos modelos de Fendi o Louis Vuitton, puede alcanzar los 40.000 dólares.
Pero sigamos con los detalles. Tiene la chica “ejemplares” de Gucci, Chanel y Balenciaga, siendo uno de los más extravagantes un clutch en forma de barra de labios de Hudith Leiber, un regalo de su hermana mayor, la controvertida (por escribir algo exótico) Kim Kardashian, cuyo precio es de 5.500 dólares. Pero todo eso son minucias para una mujer cuyo patrimonio se estima en unos 900 millones de dólares.
Dice la joven que son una gran inversión pero ya veremos cómo justifica su compra a la hora de venderlos, que en EE.UU., como aquí, se paga por comprar, se paga por vender, y se tiene que demostrar cuándo y sobre todo cómo se ha comprado es decir, pagado. Y le recuerdo a la chica que allí no sé, pero aquí también se paga por las herencias, préstamos y demás objetos que uno recibe a cambio de nada. Puede hacer como Ana Obregón a quien, preguntada una vez acerca de su armario, con vestidos y complementos a docenas, dijo que “lo daba al ropero para los pobres”. Pero yo les juro que no he visto a ninguno vestido de Armani, Versace o Chanel, tres de sus marcas favoritas, sobre todo esta última.
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